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Empieza la campaña del paro
La campaña electoral de las elecciones generales del 20-N arrancó a medianoche marcada por la nueva vuelta de tuerca del principal problema nacional: el paro. El número oficial de desocupados registrados en las oficinas de los servicios públicos de empleo marcó otro récord histórico en octubre al situarse en 4.360.926 personas, tras subir en 134.182. Los datos describen una realidad en muy serio deterioro. De hecho, estamos ante el segundo mayor incremento del paro en un mes de octubre desde 1996 y casi duplica el registrado el año pasado (68.213 desempleados). En los últimos doce meses, ha aumentado en 274.950 personas, un 6,7% más. La radiografía sobrecogedora se completa con la caída en la afiliación de la Seguridad Social, que perdió 75.249 cotizantes el pasado mes. La contundencia de los datos ha sido tal que hasta el Gobierno, tan acostumbrado a las lecturas sesgadas y engañosas, asumió sin matices la emergencia presente y el alarmante futuro. En palabras del ministro Valeriano Gómez, el mismo que pronóstico en repetidas ocasiones la recuperación de la economía y la reactivación del empleo, «España está más lejos de la salida» y ha retrocedido «al inicio de la crisis». Las reformas del Gobierno del que fue vicepresidente Alfredo Pérez Rubalcaba han fracasado, precisamente porque no fueron tales. La razón de Estado quedó supeditada a la estrategia política. No se dotó a estas medidas del alcance y la dimensión necesarias, con el negativo resultado del que algunos avisamos en su momento. Desde distintas instancias nacionales e internacionales, desde el PP a la UE, pasando por el FMI, se reclamó una intervención profunda en el mercado laboral, en los convenios colectivos o en el sistema financiero, con diagnósticos comunes y soluciones convergentes, pero los socialistas apostaron por actuaciones que apenas rascaron la superficie del problema y, lo que es peor, que no lograron resultados. Como última muestra, la contratación en octubre, con tan sólo un 7,51% de contratos de carácter indefinido, lo cual era uno de los objetivos primordiales de la reforma laboral. Por eso, la campaña electoral que ayer empezó oficialmente debe ser la del debate y las respuestas para crear puestos de trabajo. En comparación con esos cinco millones de parados y el 1,4 millones de hogares con todos sus miembros en paro que reflejó la última Encuesta de Población Activa, los demás asuntos palidecen. Fracasadas las políticas socialistas, que aún defienden el gasto público y cuestionan los ajustes, las recetas del PP son las adecuadas. Rajoy le ha dado la trascendencia necesaria en su programa electoral con un amplio e intenso catálogo de medidas económicas, fiscales y administrativas para sentar bases que generen confianza y seguridad y configuren un nuevo escenario favorable a la inversión. No habrá milagros y el país debe prepararse para tiempos de sacrificios, pero también de esperanza. España se enfrenta a su etapa más decisiva desde la Transición. Rajoy está preparado para liderar un cambio determinante para el porvenir colectivo.
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