Crisis en Túnez
Túnez revienta
Felices los pueblos en los que no pasa nada. De Túnez se ha hablado muy poco durante muchos años. Para su desgracia, está ahora en las primeras planas. O para su fortuna, si la actual revuelta se saldase con un salto hacia delante en democracia, libertades, honestidad pública. Nadie se atreve a predecirlo. No sabemos a dónde va el país, pero las opiniones y los dirigentes del mundo árabe siguen los acontecimientos con ilusión y temblor. Es posible que la actual conmoción desborde las fronteras del pequeño país magrebí (poco más de 10 millones de habitantes), tradicionalmente el más tranquilo, educado y occidentalizado del mundo árabe, con una apariencia constitucional de democracia y una efectiva dictadura de partido único que sólo ha conocido dos líderes desde su independencia en 1955.
El actual, Ben Ali, de 75 años, siendo primer ministro, desplazó del poder en 1987, con golpe de terciopelo, a Burguiba, fundador de la república. En lo que el régimen no tiene nada que envidiar a los demás árabes es en corrupción. La gran familia del presidente, sobre todo los Trabelsi, la frondosa rama de su segunda esposa, una humilde peluquera con la que casó en 1992, es la propietaria del país casi en exclusiva. Una situación así no se mantiene más que con mano de hierro. Esto es lo que parece haber explotado. Un buen nivel educativo comporta una aceptable difusión de internet. Los que protestan la han utilizado con eficacia para comunicarse dentro e informar fuera.
Todo empezó el pasado 17 de diciembre en una ciudad del interior, con un parado que se incendió en protesta por su situación. La revuelta ha ido extendiéndose e intensificándose. El régimen vacila, sin ceder del todo. No se sabe hacia dónde se inclinan los militares. Parece que Túnez seguirá ardiendo, hasta ahora con muchas más espontaneidad que organización.
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