España

Iker y Sara: la noche en blanco

E l «¡Que viva España!» que entonó un emocionado Manolo Escobar ante los miles de aficionados que se congregaron en Príncipe Pío fue el fin de fiesta para los aficionados y el comienzo de la celebración privada de los futbolistas.

Iker y Sara: la noche en blanco
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La primera parada fue el restaurante Txistu, uno de los lugares habituales de celebración de los jugadores de fútbol. Allí les esperaban unas 300 personas, entre familiares y amigos de los campeones, para disfrutar de una cena en la que no faltó el jamón ibérico y vino de la Ribera del Duero. Ágape que no se quiso perder Sara Carbonero, que se reunió allí con Casillas para culminar una celebración que comenzó con el famoso beso suraficano. A la puerta del restaurante también se congregaron numerosos aficionados que querían ver de cerca a la pareja y al resto de los jugadores. Después de haber saciado el hambre y pese al cansancio, la fiesta continuó hasta altas horas de la madrugada en Garamond, una conocida discoteca de la capital. También acudieron todos los futbolistas e incluso Vicente del Bosque, que aún tuvo fuerzas para seguir celebrando la victoria de su equipo. A la salida de la discoteca, la pareja se vio asediada por multitud de curiosos y una lluvia de «flashes» hasta llegar al taxi que les esperaba y que les trasladó a un hotel madrileño para terminar en privado la celebración de un amor que ha dado la vuelta al mundo.«No me caso»Nada más bajar del avión, a Carbonero le dio el tiempo justo de acudir a los estudios de Telecinco para maquillarse y enfundarse un vestido de Mango, rojo, cómo no, con volantes y uno de los hombros al aire, «look» que completó con unas altísimas sandalias de plataforma firmadas por Stuart Weitzman. No se desprendió de los decenarios que tanta suerte le han traído en su debut como periodista en un Mundial. Y no dejó de trabajar. Antes de trasladarse al centro de la ciudad para tomar el pulso a la celebración y recoger las impresiones de los futbolistas, se vio asaltada por Jorge Javier Vázquez en su camerino, al que le confesó que lo vivido en Suráfrica ha sido la mejor experiencia profesional de su vida y aseguró que no se casa con Casillas sobre la promesa que hizo su novio días antes en un programa radiofónico: si ganaba el Mundial, dijo, se casaba o se cortaba el pelo. «Seguro que Casillas estará muy guapo con el pelo rapado», bromeó la periodista.