Literatura
Matute del Quijote a la @
No se trata de experiencia, ni de años, ni de reconocimientos. Dos días antes de que le entreguen el Premio Cervantes, a Ana María Matute le ocurre lo lógico: «Estoy muy nerviosa». Lo reconoció ayer ante la Prensa en uno de los primeros actos que la escritora protagonizará esta semana. A la entrega del galardón, que se celebra mañana, le precede hoy una comida con los reyes don Juan Carlos y doña Sofía en el Palacio Real.
No es lo que más le inquieta: «Le tengo mucho miedo al discurso porque no leo bien en voz alta, pero será cortito», añadió. Acompañada por la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, la autora de «Paraíso inhabitado» no quiso desvelar las palabras que pronunciará mañana en el paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares, pero adelantó que, «fundamentalmente, doy las gracias y explico la que ha sido la labor más importante de mi vida, como lectora y como escritora».
Su novela, retrasada
Su nombre sonó edición tras edición, pero no fue hasta sus 85 años cuando le dieron la buena noticia. «No me lo creía. Pero lo de si fue justo o injusto que no me lo dieran antes me parece pecata minuta. Estoy muy feliz». Tampoco le da importancia al hecho de que se le haya otorgado a una mujer: «También me gusta que lo gane un hombre que se lo merece.
Bienvenidos los hombres y las mujeres escritoras», exclamó. Con todo, Ana María Matute está para mucho más que para recibir galardones. Lleva un tiempo trabajando en su nueva obra, aunque, «gloriosamente, este premio retrasará mi próxima novela. Si lo sé, no creo que la hubiera empezado. Pero después de estos actos y dos viajes volveré a sumergirme en ella como si fuera el mar», explicó.
Una obra que, probablemente, no necesitará sólo papel para poder ser leída: «Me encanta su honor, el crujido de la página, pero no creo que otras formas hagan daño. Las nuevas generaciones están acostumbradas a las tecnologías y, además, creo que hacen que la gente que no lee lo considere más cómodo», comentó Matute.
Fue el crujir de las páginas del Quijote las que, hace años, consiguieron no sólo encantarla: «Con 14 años, me aburrí muchísimo y no entendí nada. Pero, después, lo volví a leer y, cuando murió el Quijote, fue la primera vez que lloré con un libro. La pena no se debió a la muerte en sí, sino a la frustración de pensar que la vida ha sido una pérdida de tiempo».
La literatura que salva
No ha sido la suya una vida perdida: «Como dicen los niños, creo que he aprobado. Me han pasado cosas muy desagradables, algunas de ellas, han sidoculpa mía. Pero también he vivido muchas alegrías. Ambas cosas las he sentido de manera muy intensa. Pero la escritura siempre ha estado ahí, como una llamada de ayuda, como una mano que te tiende el lector.
Me ha salvado de grandes dolores», confesó. Entre ellos, la escritora reconoció que «leer "Olvidado rey Gurú"me hizo salir de una depresión. Esa lectura y volver a escribir me salvó, porque sin eso no soy nada, no soy nadie. A la literatura se entra con el dolor y con las lágrimas», sentenció.
Marcada por el miedo a la guerra
Escribió literatura infantil y uno de los grandes temas en sus obras para adultos es la infancia, porque, según asegura, «el niño o niña que fuimos está ahí, detrás de todos nosotros. Yo tenía once años cuando estalló la Guerra Civil, y soportar el miedo tremendo a los bombardeos marcó mi vida. Todavía lo siento». La autora también destaca «el odio o amor entre hermanos, y, sobre todo, la soledad del hombre actual. La gente se unía mucho más antes, en el afecto o en el desafecto», explicó la escritora.
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