Música

Nueva York

Kasabian los reyes de la noche de Benicàssim

Una simple ojeada al paseo marítimo de Benicàssim pone en duda todas las estimaciones. Los organizadores del FIB Heineken, con el irlandés Vince Power estrenando su condición de director, esperaban estos días la llegada de 120.000 personas, 80.000 menos que el pasado año.

Kasabian los reyes de la noche de Benicàssim
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Sin embargo, el paisaje no dista mucho del que podía contemplarse en el verano de 2009.Cuesta encontrar un resquicio de hierba en el que no se apilen un nutrido puñado de «fibers». La mayoría de ellos sonrosados vuelta y vuelta, bien por el sol, bien por la cerveza, acampados con lo puesto y con un marcado acento británico. No es de extrañar: el festival parece diseñado en exclusiva para ellos. Este año, Inglaterra juega en casa. Sea efecto de la crisis o de un cartel menos mediático, lo cierto es que este año no se encuentran los Oasis, Franz Ferdinand o The Killers, capaces de arrastrar al recinto a aquellos nacidos fuera de las islas británicas. En su lugar, les toman el relevo nombres que seducen, pero no enamoran. Basta como ejemplo la actuación más esperada del pasado jueves, Kasabian, autoproclamados reyes de la noche. Su pastiche sonoro, entre el rock bailable de los noventa y el rock electrónico del nuevo siglo, unido a un «set list» estudiado al milímetro, provocó que el público se entregara a la banda de Leicester. No desmereció Love of Lesbian. El cabeza de cartel de ayer venía desde Nueva York. Los Vampire Weekend se encargaron de recordar que, más allá de Shakira y su «waka waka», hay vida musical en el continente africano. La banda liderada por Ezra Koenig defendió un repertorio, haciendo buena la máxima de que menos es más. Dos discos han bastado para situarlos en lo más alto. Ahora sólo falta por ver si repiten una actuación como la de ayer en el futuro o quedan relegados a la categoría de «hypes», condenados al olvido. En ese punto se encontraba Julian Casablancas, líder de The Strokes, que presentó su primer disco en solitario, «Phrazes for the young». El cantante se tomó un respiro creativo a la espera de sacar una nueva entrega con su grupo. ¿La fórmula? Un repertorio directo y pegadizo. Los londinenses Hot Chip tuvieron la responsabilidad de hacer bailar a los asistentes a base de su «dance pop». Y quien se quedó con ganas de más pudo acudir al escenario fiberfib para ponerse a las órdenes de Alison Goldfrapp, maestra de ceremonias en lo que a electrónica se refiere.