Cataluña

La contestación social y política evidencia a un Govern en minoría

El Govern confía en que tras las municipales habrá más juego político para practicar la geometría variable.

037cat17fot1
037cat17fot1larazon

BARCELONA- «Este gobierno necesita y quiere ser ayudado». Artur Mas ha repetido en varias ocasiones la frase desde que tomó las riendas de la Generalitat, pero, hasta el momento, le está siendo difícil encontrar el apoyo de la oposición y de los agentes sociales. Los drásticos recortes del Presupuesto anunciados por el Govern de CiU han puesto de uñas a sindicatos y partidos políticos y, lo que es peor, a miles de trabajadores del sistema público. Sólo los empresarios se han ofrecido a arrimar el hombro con Mas en su desacomplejado intento por sanear las finanzas de la administración autonómica.
En poco más de 100 días, consellers como Boi Ruiz (Salut) ya acumulan varias peticiones de dimisión por parte de los profesionales del sistema sanitario. Mas ya lo vislumbró el día en que los consellers tomaron posesión del cargo: «Espero que no os mareéis porque será una navegación movida. Aunque tengamos mar revuelto, vientos y olas fuertes, tenemos que llevar este barco a buen puerto, y este barco tiene un nombre: Cataluña».
La decisión de recortar el Presupuesto en un 10 por ciento (significa una disminución equivalente a unos 3.000 millones de euros) va a afectar a todos los departamentos de la Generalitat sin excepción, pero está claro que no todos encierran la misma conflictividad. Ensenyament y Salut son las dos conselleries que van a sufrir más desgaste por la reducción de recursos, tal y como se ha visto a lo largo de esta semana con una primera protesta masiva del personal médico.
El Ejecutivo de CiU asumió desde el primer momento que iba a tener que hacer frente a numerosas manifestaciones a lo largo de la Legislatura y difícilmente se equivocará. La conflictividad también alcanzará a los ámbitos de la justicia y de la cultura, pero, pese a todo, Mas confía en que la mayoría de la población comprenderá que el tijeretazo de los recursos públicos no sólo es necesario, sino imprescindible.
El Govern, en realidad, está convencido de que su soledad de ahora –sobre todo política– es inevitable porque hay elecciones municipales dentro de cinco semanas y ninguna formación está por la labor de hacer de comparsa de los nacionalistas.
El PSC –el aliado señalada por CiU como preferente– ya ha anunciado que no piensa respaldar los Presupuestos porque el Govern va a liquidar el impuesto de sucesiones, algo que la izquierda considera socialmente injusto. También el PP ha tomado distancias con CiU por sus desaforados recortes presupuestarios.
El Ejecutivo de Mas se siente muy confortado por sus 62 diputados en el Parlament, pero no puede olvidar que le faltan seis diputados para la mayoría. Hay un dato muy elocuente: desde que se inició el mandato, el Parlament sólo ha aprobado la ley que autorizó al Govern a ampliar el endeudamiento de la Generalitat en 2.613 millones de euros durante el año 2011, algo que el Ejecutivo justificó por la necesidad de disponer de recursos suficientes durante el período de prórroga presupuestaria.

Sin aliados estables
Mas tampoco ha hallado la complicidad del Gobierno, de hecho, mantiene un pulso abierto a cuenta de los 1.450 millones que Cataluña reclama en correspondencia con el fondo de competitividad. Así las cosas, se puede concluir que el Govern que quiere ser ayudado sólo ha conseguido ser el Govern en minoría. Falta prácticamente toda la Legislatura por delante y los nacionalistas no tienen ninguna duda de que acabarán por desenvolverse bien en un escenario de geometría variable. Al fin y al cabo, es cierto que ya ha hecho sus pinitos con el PSC y con el PP. De momento, eso sí, sin relaciones estables.