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Islamista radical y cuñada de Blair

Lauren Booth es el azote del ex primer ministro británico. Hermanastra de Cherie y dispuesta a ponerse un burka tras abrazar el islamismo, critica la actitud de su cuñado, un convertido al catolicismo

Blair saluda al Papa tras su conversión al catolicismo
Blair saluda al Papa tras su conversión al catolicismolarazon

En todas las familias la relación entre cuñados supone un jugoso tema para sacar en la sobremesa. En el caso de Tony Blair, el parentesco da para mucho más. Primero, porque todo lo que gira entorno al ex premier británico es noticia. Segundo, porque la cuñada en cuestión se sabe muy bien la premisa y le saca brillo cada vez que puede. Lauren Booth siempre ha sido una pequeña piedra en el zapato para el político. Personalmente apenas se conocen, pero sus declaraciones, su paso por «realities» y sus excentricidades siempre han supuesto un problema para el que fuera inquilino del número 10. El último episodio ha sido su conversión al islam.

El hecho de que haya recitado la «shahada» no tendría que suponer ningún inconveniente, pero si se tiene en cuenta todo el contexto, la decisión se ha tomado como una auténtica provocación. Booth, periodista de profesión, siempre ha criticado las políticas de Blair en Irak y Oriente Medio y cuando ha hecho pública su nueva confesión no ha dudado en dejarle un mensaje a su querido cuñado: «Espero que mi conversión te ayude a cambiar tus presunciones contra el islam».

La frase la escribió ella misma en el «Daily Mail», periódico con el que colabora y en el que tan pronto cuenta sus problemas matrimoniales o su operación para corregir la miopía, como la salida del coma de su marido.

Consciente del morbo de sus artículos, el rotativo le da toda la cancha que puede y si la palabra Blair está incluida en el texto, automáticamente se gana espacio. Ocurrió el pasado mes, cuando se fue de viaje a Irán y le escribió una carta que quiso compartir generosamente con todos los lectores.


Solidaridad con Palestina
«Los hombres, mujeres y niños que hay a mi alrededor han resistido un día sin agua ni comida (se llama el Ramadán, Tony, es una forma de ayuno)», dice. «Afrontan el hambre y la sed cuando se está a cientos de grados como si no costase. En el mundo musulmán pueden soportar las privaciones. Aquí, en Irán, se sienten orgullosos de sufrir para expresar su solidaridad con el pueblo de Palestina. Es algo así como expresar tu solidaridad con Estados Unidos, pero sin las armas químicas ilegales y sin un millón de muertes de civiles», recalca. «Tu visión del mundo es que los musulmanes están locos, son malos y es peligroso conocerlos. Se trata de un contagio que hay que contener», matiza. Las críticas, ya de por sí duras, suenan aún más si se tiene en cuenta que Blair es el enviado especial del Cuarteto para Oriente Medio.

Pero no es la primera vez ni mucho menos que Booth le saca los colores desde que aceptó el cargo al dejar Downing Street. En 2008, la periodista, que trabaja para Press TV –el canal iraní de noticias en inglés–, fue una de las 45 personas que llegaron hasta Gaza en barco para denunciar el bloqueo impuesto por Israel.

Cuando las embarcaciones regresaron a Chipre, ella decidió quedarse unos días más con otros activistas. Más tarde quiso salir, pero las autoridades egipcias e israelíes se lo impidieron. Estuvo seis semanas sin poder volver a casa, pero Blair no movió un dedo para intentar aligerar los trámites. El ex premier se encontraba precisamente en Jerusalén manteniendo una serie de encuentros con líderes israelíes. Cuando le preguntaron por la situación, fue uno de sus portavoces quien se limitó a decir: «El consulado británico está trabajando en ello y vamos a dejar que el asunto siga en sus manos».

Booth, como no podía ser de otra manera, no se quedó callada. «En realidad me gustaría dar las gracias a Israel por darme esta fantástica oportunidad de saber exactamente lo que se siente estando en el campamento de internamiento más grande del mundo, donde las personas que deberían poder viajar por derecho internacional son retenidas en un espacio de 40 kilómetros por 10 kilómetros», dijo ante las cámaras de la BBC.

Cuando le comunicaron el poco interés que había mostrado Blair por su situación, la periodista explicó que no quería recurrir a él «en un asunto tan pequeño como su propia libertad», ya que debería centrarse en los problemas de los palestinos y en la increíble pobreza que vive la región. «Su deber como enviado del Cuarteto para Oriente Medio debería ser venir aquí. Tendría que hacer ese esfuerzo», espetó.


Familia política
Lo cierto es que cuando el ex premier conoció a su mujer, Cherie, jamás se imaginó todo lo que se le venía encima con su familia política. Él venía de una respetable clase media. Su padre Leo enviudó cuando él estaba en la universidad y se casó en segundas nupcias con Olwen. Todo muy normal.

El ambiente en el que se crió su esposa era mucho más atípico. Su padre, el actor Tony Booth, siempre fue un hombre más… inquieto. Ahora vive su cuarto matrimonio y tiene un total de ocho hijos. Cherie es la mayor de todos, resultado de su relación con Gale. Cuando sólo tenía siete años, el intérprete las abandonó para vivir un tórrido romance con una secretaria. Luego conoció a la modelo Pamela Smith y aunque nunca se casó con ella, tuvieron dos hijas. Una de ellas es Lauren Booth. Por lo tanto, la periodista es «cuñadastra» de Blair.

No se puede decir que la reportera tuviera una infancia feliz. Su padre abandonó el hogar muy pronto para vivir su siguiente aventura y la relación con su madre se volvió tormentosa cuando nació su hermana pequeña. Booth llegó a contar en el «Daily Mail» los malos tratos físicos y psicológicos a los que se vio sometida. El título del artículo: «Por qué odio a mi madre y no la quiero volver a ver nunca más».


Una hija ingrata
A los 16 años, después de una fuerte discusión, la hermanastra de Cherie se fue a casa de su abuela. El contacto con su madre desde entonces fue limitado. Cuando le invitó a su boda, le dijo a su marido: «Tú la querías y ahora que la tienes, te deseo jodida suerte con ella». Cuando se quedó embaraza, también tuvo unas palabras: «Espero que sea una niña para que sepas lo que es partirte el corazón. Podrás comprobar lo que se siente cuando empiece a hablar y empiece a odiarte, cuando sea tan ingrata como lo has sido tú conmigo».

El único referente femenino amable que la periodista tuvo en su adolescencia fue la novia de su padre, Pat Phoenix, una conocida actriz de serie de la época que siempre estuvo muy atenta con ella. Le hacía muchos regalos. Recuerda especialmente una bicicleta que le hizo mucha ilusión. Le duró poco porque su madre se la robó para venderla.

Entre discusiones y mudanzas, Booth tuvo poco tiempo para conocer a su hermanastra. Cuando se casó, la reportera decidió mudarse a Francia, por lo que tampoco pudo intimar con Blair. Aunque eso no le importó nunca para opinar del matrimonio. Lo hizo desde el momento en el que se mudaron a Downing Street. «Cherie siempre ha sido una mujer muy exitosa. No creo que esté dispuesta a ponerse un delantal y sentarse callada en una esquina», dijo. Ahora que ha decido volver a Inglaterra, los comentarios serán aún más frecuentes. Tiembla, Blair.
Tiembla.


«Sentí como un trago de morfina espiritual»
Lauren Booth decidió convertirse al islam durante una visita en Irán al santuario del Mausoleo de Fátima, en la ciudad santa chií de Quom. «Era martes por la noche y sentí como un trago de morfina espiritual, absoluta felicidad y alegría», dijo.
 Desde entonces, no prueba el cerdo, reza cinco veces al día, va a la mezquita siempre que puede, lee el Corán y no sale de casa sin el pañuelo en la cabeza. No descarta que un día se ponga burka: «¡Quién sabe a dónde me llevará mi viaje espiritual!».
Su hermanastra Cherie, sin embargo, siempre perteneció a la Iglesia católica.
Tras años de conjeturas, el ex primer ministro británico Tony Blair, también se convirtió al catolicismo. Abandonó la Iglesia anglicana en 2007.