Barcelona

Cómo está la familia política

Marichalar es el extravagante y Urdangarín, el que ha entrado en un juzgado. Con ambos empezó a criticarse a la Casa Real

Cómo está la familia política
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Es en la boda donde acaban casi todas las películas románticas. El final feliz de la historia. Como si las historias tuviesen un final. O como si después de una boda, no hubiese un mañana. El 3 de marzo de 1995 fue un día de esos en Sevilla. Una boda majestuosa, con una ciudad entregada. Se celebraba, por fin, una boda de la Familia Real española en nuestro país, la de la Infanta Elena con Jaime de Marichalar. Una historia que había empezado casi ocho años antes y que, tras el anuncio oficial del 23 de noviembre del año anterior, culminaba ese día en Sevilla. 38 representantes de familias reales acudieron al enlace entre uno de los suyos y Jaime de Marichalar, un hombre preocupado por la moda y con experiencia en la banca privada. «Esa boda demostraba que los tiempos para la Monarquía también cambiaban. El cambio era radical con la generación de sus padres», asegura el periodista de Efe Emilio Oliva, que ha cubierto la información de la Casa Real nueve años.

El cambio fue más radical de lo que parecía. En realidad, la historia de bodas reales perfectas aún tendrían un capítulo más dos años después, cuando la Infanta Cristina se casó con el ex jugador de balonmano del Barcelona e internacional, Iñaki Urdangarín, un joven alto, rubio y deportista. El enlace se celebró en Barcelona, con toda la significación que eso tenía. Las crónicas de ese día son como cuando se casó su hermana Elena. Ciudadanos emocionados, una ceremonia emotiva y los ojos enrojecidos de los padres.

Como todas las casas reales
La Familia Real se adaptaba a los tiempos, lo mismo que hacían casi todas las familias reales del resto del mundo. No había ningún problema para aceptar a miembros sin sangre real. La palabra que utilizan es modernizar. Matrimonios modernos, casi normales, sin tener que adaptarse a «las estrictas normas de aguante y resistencia, que lo supeditan todo a la institución», como cuenta Emilio Oliva, que sí que hacen los que tienen un papel fundamental en la Monarquía.

Pero a diferencia de las películas, las bodas de verdad siempre tienen continuación. Y los matrimonios que quieren parecer normales, acaban siendo normales, viviendo lo que otros. Marichalar se convirtió en el punto diferente de la Familia Real. Extravagante en la ropa, distinto en las formas (capaz de moverse con un patinete eléctrico por las calles del centro de Madrid) fue un habitual foco de atracción, mientras que Urdangarín era el yerno perfecto. Ambos matrimonios tuvieron sus hijos, los primeros nietos, en los que se ha volcado la abuela, la Reina.

Fue en 2001 cuando el ictus de Marichalar puso en guardia la información sobre la Familia Real. Sobrevivió, se recuperó, pero hubo un cambio en su vida. Se volcó más en la moda, viajó a París. Centraba aún más la atención. En diciembre de 2007, tan escuetamente como anunciaron su compromiso, se publicaba «el cese temporal de la convivencia» entre la Infanta Elena y Marichalar. Dos años después se divorciaron y la figura de Marichalar desaparecía del Museo de Cera, donde estaba junto a los otros miembros de la familia.

 De repente, algo rompía el cuento de hadas y se abría la veda para informar y, sobre todo, criticar a la realeza española: «Los cazadores, además, estaban preparados –cuenta Emilio Oliva– . Una determinada minoría empieza con los tiros y cualquier programa dispara. Poco a poco, estaba claro que la Familia Real iba a entrar en el mundo de la crítica. Pero esto lo adelantó. Además, una cosa es que no haya motivo y otra que el motivo sea un juicio. Entonces, se rompen todas las amarras».

Marichalar era un asunto del corazón, pero a las portadas de la prensa general quien llegó fue Urdangarín. Ha pasado de ser un ejemplo a convertirse en el peor episodio para la Casa. Marichalar es un caso único, gracioso, pero no dañino. Con Urdangarín, que al comenzar su matrimonio dudaba entre vivir de la familia o hacer negocios por su cuenta y optó por las dos cosas, se ha pasado el límite y ha afectado a la estabilidad de la institución.


La vida lejos de la Zarzuela
Jaime de Marichalar fue el primero en experimentar cómo se vive cuando uno se ha apartado de la Casa Real. Los focos ya no se centran en él y hay que acostumbrarse a un tipo de vida sin la protección de la realeza. A Marichalar no se le ha vuelto a ver con su ex mujer. Ahora, tampoco se ve a Urdangarín con otros miembros de la Familia Real. Aunque cuenta con el apoyo de la Infanta Cristina, han desaparecido públicamente.