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Harvey Pekar el fin del sueño americano

¿Se habrá llevado con él al más allá sus discos de jazz? Es una de las pocas preguntas que quedan sobre un tipo introvertido que, paradójicamente, lo contó casi todo sobre sí mismo. Pekar ha sido al cómic lo que Woody Allen al cine: un hipocondriaco de fino humor capaz de crear una obra imprescindible que abrió las fronteras del noveno arte más allá de los guetos juveniles.

Harvey Pekar el fin del sueño americano
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Junto a Robert Crumb –con quien colaboró en los primeros números de su obra más conocida– y Shelton, fue el impulsor en los 70 de un nuevo cómic americano lejos de la industria de hombres araña. Al trío le ha seguido una nutrida prole: Daniel Clowes, Charles Burns, Peter Bagge , Alison Bechdel (con quien colaboró Pekar)...Nació en 1939 en Cleveland (Ohio). Tenía 70 años y mil achaques. Su cuerpo fue encontrado sin vida el lunes en su casa, y aún se desconocen las causas de su muerte. Decir Harvey Pekar es decir «American Splendor», el cómic que comenzó a publicar en 1975. Crumb animó al entonces crítico de jazz y archivista de hospital a escribir para las viñetas y puso sus lápices al servicio de las pequeñas historias (nunca más de unas páginas) de Pekar. Con el tiempo, famosos dibujantes pasarían por la serie, como Richard Corben. Cotidianas y autobiográficas, sus historias no respetan el canon narrativo. Eran instantáneas de delicado humor que retrataban la otra cara del «american way of life», la de los perdedores, los viejos y la rutina, antihéroes anónimos de vidas anodinas. Y Pekar era el primero de sus personajes. En el mundo de Pekar la felicidad era un cuarto repleto de vinilos. La obra renació a lo grande en 2003 gracias al filme de Shari Springer Berman y Robert Pulcini, con Paul Giamatti en la piel del artista. Pekar hizo un cameo y la experiencia generó otro cómic: «American Splendor: Our Movie Year». El autor publicó obras en la misma línea «pekarcéntrica», como fue su memorial de la infancia y la juventud, «El derrotista», junto a Dean Haspiel, y su retrato de la lucha contra la enfermedad, «My cancer year», publicado en 1994 junto a su mujer, Joyce Brabner, e ilustrado por Frank Stack, otro clásico del «underground».