Elecciones autonómicas
Castigo a los jugadores de ventaja
A veces, no siempre, la política hace justicia contra los jugadores de ventaja (porque la política, al fin y al cabo, es como un juego, pero con sus reglas) y se quieren aprovechar de asuntos tan sensibles como la lucha antiterrorista. Es el caso del líder del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, y del todavía lendakari, Patxi López. Ambos fueron, con el apoyo del PNV, los muñidores del «proceso», gestado en la anterior legislatura, para que fuera legalizado el «brazo político» de ETA a cambio del anuncio de «cese armado», que debía beneficiar a los socialistas en las elecciones generales de 2011 y en futuras convocatorias (anda que no lo han recordado durante la pasada campaña). Al final, porque las cosas se hicieron mal y no se debió optar por la vía de los atajos, los más perjudicados en las elecciones han sido ellos dos. ¿Era mucho pedir a ambos urdidores que plantearan a ETA (a través de los famosos mediadores) una serie de exigencias reales, no de palabra o comunicado, antes de abrir la vía para legalizar a su brazo político? ¿Era tan importante dar la vuelta a las encuestas y que si el PP ganara, lo hiciera, al menos, sin mayoría absoluta? ¿Eran necesarias tantas prisas para cerrar en falso un problema, el terrorismo de ETA, que, al cabo de un año, sigue ahí latente y sin ánimo de desaparición, al menos por voluntad propia?
Las respuestas a estas preguntas las han dado los españoles del País Vasco con sus votos (y, de paso, los de Galicia). Cuando hay terroristas por medio, y ambos debían saberlo porque conocen el problema, hay que andar con pies de plomo. Nunca te puedes fiar de los pistoleros que, si te dan algo, te pedirán dos, o tres; y si no cedes, siempre les queda la baza de la violencia. Además, el pueblo soberano no es tonto y ha observado, entre atónito e indignado, lo ocurrido a lo largo del último año con la actuación de los proetarras en las instituciones a las que habían accedido. Provocaciones; chulerías; ataques a la Constitución; a la Jefatura del Estado; a la Bandera; a las Fuerzas de Seguridad; a las víctimas; amenazas, veladas unas y públicas otras, han sido constantes.
La participación del brazo político de ETA en los últimos procesos electorales es algo que tendrán que lucir como anti-medalla, si se me permite la expresión, Pérez Rubalcaba y López, a cuya esposa tanto le molestaba el domingo la presencia de los proetarras en el momento en que ejercían el derecho democrático de voto. «Así nos lo agradecen», debió pensar el matrimonio, que ya estará haciendo las maletas para abandonar el palacio de Ajuria Enea. Curiosa estrategia ésta con la se consigue perder.
A los vascos y al resto de los españoles no nos vale ya la milonga del fin de ETA y las escenificaciones lacrimógenas. Ambos tendrán que reconocer algún día que se equivocaron y el daño que han hecho a España y su unidad. Por cierto, ¿alguien sabe algo de «Chusito», Jesús Eguiguren, presidente de los socialistas vascos? Su silencio de los últimos tiempos era la antesala del desastre. Al menos, se podía haber quedado en el barco.
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