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El regreso del SS Gairsoppa por César Vidal

Los cazatesoros de la Odyssey Marine Exploration han descubierto el SS Gairsoppa, un barco hundido por los nazis en 1941 cargado de plata 

Los expertos creen que la onza troy de plata puede superar los 30 dólares
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E l 17 de febrero de 1941, el convoy SL-64 intentaba burlar el bloqueo de los «Lobos grises» del almirante alemán Doenitz y llegar hasta un puerto seguro en Gran Bretaña. Sin embargo, el destino de uno de sus buques iba a resultar trágico. Su carga se perdería dos veces en menos de un siglo. A inicios de 1941, tras la batalla de Inglaterra, el Führer había tomado una clara decisión sobre el futuro de la guerra con Gran Bretaña. A la espera de que los británicos aceptaran sus ofrecimientos de paz y se libraran del correoso Churchill, la isla debía ser estrangulada económicamente.

Para alcanzar tal objetivo, se recurrió a un arma que ya en 1917 había estado a punto de arrastrar a los británicos hasta el hambre: la guerra submarina. Incansables y audaces, los U-Boat alemanes fueron sumando centenares de toneladas hundidas mientras los británicos intentaban contrarrestar semejante amenaza con la formación de convoyes que ofrecían una mayor defensa. En febrero de 1941, el SS Gairsoppa, que regresaba de la India y tenía como destino final Gran Bretaña, se sumó a la altura de Freetown, en Sierra Leona, al convoy SL-64 a las órdenes de Gerald Hyland.

El SS Gairsoppa era un buque reciclado. A finales de la Primera guerra mundial iba a ser un barco de guerra que recibiría el nombre de SS War Roebuck, pero el final del conflicto lo convirtió en el SS Gairsoppa. Botado en noviembre de 1919, tenía 121,69 metros de eslora y se desplazaba con una máquina de 517 caballos de vapor, pudiendo alcanzar una velocidad de diez nudos y medios, casi diecinueve kilómetros y medio por hora.

Guerra submarina
Al estallar la guerra, el SS Gairsoppa pasó a ser uno de los buques mercantes que debía asegurar el suministro británico. Ahora regresaba de la India con una carga de lingotes de plata, acero y –¿cómo no?– té. A una velocidad de ocho nudos, el SS Gairsoppa no planteó problemas al convoy al que se había unido en las costas de África, pero ya cerca de destino, se encontró con que no contaba con combustible suficiente como para alcanzar Gran Bretaña. El capitán decidió entonces separarse del convoy y dirigirse al puerto de Galway, en Irlanda.

Como sucedía con la España de Franco, Irlanda era formalmente neutral, pero sus políticos no ocultaban apenas su aversión por los británicos. En ese sentido, distaba mucho de ser un lugar seguro. Probablemente nunca sabremos si algún irlandés comunicó la posición del SS Gairsoppa a la Kriesgmarine de Hitler o si los «Lobos grises» se bastaron para dar con un barco que se separaba de la seguridad del convoy. Lo cierto es que, un U-Boat torpedeó al SS Gairsoppa el 17 de febrero de 1941. El buque –que tardó veinte minutos en hundirse– llevaba en su seno siete millones de onzas de plata que tenían a la sazón un valor de seiscientas mil libras esterlinas.

Durante años, el gobierno británico no movió un dedo para recuperar la valiosa carga del SS Garisoppa hasta que en 1989 anunció un concurso público con esa finalidad. Sólo se presentó una compañía y, por añadidura, no obtuvo resultado alguno. Pero, teniendo en cuenta que la plata cuenta en la actualidad con un valor de 150 millones de libras, era cuestión de tiempo que se saliera de esa situación.

En enero de 2010, la Odyssey Marine Exploration llegó a un acuerdo con el gobierno británico en virtud del cual la compañía norteamericana recuperaría el barco y su valiosa carga a cambio del ochenta por ciento del valor de lo que hallara. El 26 de septiembre de 2011, los restos fueron localizados y la Odissey anunció que comenzaría las operaciones en la primavera de 2012. Seguramente, logrará recuperar el buque, pero la carga –por segunda vez– no llegará a Gran Bretaña. Por lo menos, no completa.