Estados Unidos
Unas encuestas imprecisas despistan a Alemania sobre el origen del brote
Hacer la compra en Alemania se está convirtiendo en una odisea, sobre todo para aquellos que siguen una dieta mediterránea centrada en la fruta y en las hortalizas. Las constantes alertas que están promoviendo los investigadores sorprende, incluso, a sus colegas españoles: «El problema que tienen es que no han sabido lidiar con el problema.
Creen que son capaces de resolverlo ellos solos y no es así. No han querido recurrir a ayuda externa y ha sido un error», asegura María Isabel Gil, microbióloga del centro CIAD-CSIC. Lleva más de diez años trabajando con la bacteria E. coli y afirma que «el mayor problema es que no han sabido hacer las encuestas. Las preguntas eran demasiado genéricas y debían haber indagado más en los hábitos higiénicos y alimenticios de los enfermos». Los riesgos microbiológicos son numerosos y uno de los aspectos que no se han analizado en Alemania y que podría dar con la clave de la infección son los frigoríficas de las víctimas. En 2006, una de las cepas conocidas de E. coli desató la alarma en Estados Unidos. Gracias a los análisis en las neveras de los ciudadanos investigados dieron con el alimento transmisor: la espinaca. Según explica Gil, «encontrar el foco desencadenante es similar a la investigación de un asesinato. Se necesitan investigadores específicos y un grupo de expertos, con los que los alemanes no han querido contar», comenta. Los germinados, en especial la soja, ha sido el cuarto producto sacrificado por los germanos.
Pero, los análisis no han confirmado que contenga el patógeno. «Es lógico que pensaran en este producto porque ha sido el causante de numerosas intoxicaciones previas. La elevada temperatura en la que crecen –38 grados– y los fertilizantes que requieren, son propicios para desarrollar la E. coli», explica la especialista. La carne también ha salido a la palestra como posible origen de la infección ya que un mal despiece puede llevar a que se infecte el producto. «La bacteria se desarrolla en el intestino del animal y no sería raro que fuera la fuente del contagio. Pero, esta tesis se deshecho muy pronto porque la dieta de los afectados no incluía la carne», comenta Gil. El agua tampoco se descarta ya que es posible que, a través de infiltraciones, la bacteria se haya colado y, por la resistencia que ha desarrollado gracias a su mutación, se extienda. «Dar con la fuente de la contaminación va a ser muy difícil, pero el alimento responsable saldrá a la luz», concluye. El director de enfermedades infecciosas de la OMS, Guenael Rodier, no es tan optimista: «Si no conocemos el origen en una semana, seguramente nunca daremos con la causa». Los productos analizados son perecederos y «sus muetras no duran eternamente», explica la investigadora española.
Grisolía: «Hayque evitar los alimentos crudos»
El profesor Santiago Grisolía aconsejó ayer, ante la denominada «crisis del pepino», no comer carne ni pescado crudos, así como cuidar más la higiene en general y lavarse las manos frecuentemente. Grisolía resaltó la importancia de que la gente se lave las manos de la misma forma que cuando se detectó la gripe H1N1, y lamentó que algunos restaurantes «muchas veces no están tan limpios como deben de estar».
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