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España y su permisividad

La Razón
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Lunes, 14: errar
«Debería haber mujeres árbitros. No es justo que la incompetencia en fútbol se limite al sexo masculino» (Margarita Gómez Idiarte). Margarita es forofa del Real Madrid, también funcionaria del Estado «por oposición, no a dedo o por dedo político», como ella matiza «por si acaso, que esta nuestra España es país de enchufados y malpensantes». Viendo los errores de Pérez Lasa (partido Sevilla-Barça), discurrió:
–La tragedia de los árbitros que se equivocan «objetivamente» contra los dos equipos es que son árbitros «objetivamente» honestos: este es el problema de los árbitros.

Martes, 15: feliz

Asís Martín, presidente de Europa Press, presentó-despidió así a Jaime Lissavetzky: «Ganarás o perderás, pero siempre estarás». Pues sí. Lo casi seguro es que pierda, que Alberto Ruiz-Gallardón, hoy, todavía hoy, sigue siendo un alcalde «CR7», o sea, un alcalde galáctico. Lissavetzky, en el foro de Europa Press, ha verbalizado su epitafio como secretario de Estado para el Deporte con frases como éstas: «Hay quien quiere ser alguien y hay quien lucha por hacer algo: yo he luchado por hacer algo». O: «He sido feliz –como secretario de Estado para el Deporte– y digo, con frase de Albert Camus, que no hay que avergonzarse de ser feliz». El rival de «Leónidas» Lissavetzky en la batalla de las Termópilas por la alcaldía de Madrid será «Jerjes» Gallardón, el virtual vencedor. Pero al margen de la victoria o de la derrota, lo verdaderamente hermoso es que Gallardón y Lissavetzky, a pesar de ser adversarios son, sin embargo, amigos (que diría Alfonso Sánchez).

Miércoles, 16: Ferguson

A Sir Ferguson, por no ser Sir (señor) con el árbitro Martin Atkinson, la Federación Inglesa de Fútbol lo ha sancionado con tres partidos y multa de 34.500 euros. El señor Ferguson dijo del señor Atkinson, sencillamente, que «le temía» cuando supo que iba a ser el árbitro del Chelsea-Manchester United. Dudó, pues, de su honor y de su competencia. Y eso para la Federación Inglesa «es conducta inapropiada». Así se las gasta, éticamente, la húmeda y bella Albión, donde es «herejía» lo que aquí en España es ortodoxo o el pan nuestro de cada día o la «salsa verde» del fútbol. «En España –dejó escrito don Pedro Escartín, el mejor árbitro español de todos los tiempos, vaya, el Di Stéfano del arbitraje– hablar mal del árbitro es el chocolate con churros de nuestro fútbol, el desayuno de todos los lunes». España, amigos, es así; en Inglaterra, como ven, amigos, no son así.

Jueves, 17: ¡eureka!

El XX fue el siglo de las siglas y el XXI es el siglo de las «marcas». ¡Eureka! Con la marca Real Madrid FP y la marca Mourinho, el Real Madrid, ¡al fin!, tras seis años de infertilidad, ha preñado a modo a la «Champions». Ya está en los muy gozosos y venturosos cuartos de final. ¡Buena marca la marca Mourinho! De los ocho equipos clasificados, leo que el Barça es la evolución de la cantera y el Real Madrid la revolución del dinero. Pues bueno. Y que el Barça, también esto, es el equipo que mejor juega en el mundo con balón y sin balón. Hay que seguir confiando en la marca Mourinho, de todos modos.
–¿Confía usted en él?
–Pues sí: es el Amancio Ortega, el Zara, de los entrenadores.

Sábado, 19: quejas

En España, como se sabe, si usted quema una fotografía del Rey, usted es un «anti sistema». Sólo eso. En Inglaterra, por supuesto, es delito. El Atlético, devoto de su pupismo, volvió a perder con el Madrid, lo que no es noticia, sino fidelidad al pupismo. Quique, acabado el partido, se quejó del árbitro (quizá con alguna discutible razón), pero no se quejó de Casillas, culpable principal –para uno– de la derrota rojiblanca. Dos quejas mías: provocar al público debiera ser castigado por la Federación Española de Fútbol (lo digo por «CR7») y también debieran ser sancionados en las arcas del club los públicos que expelen insultos como «Cristiano, muérete» o «Marcelo, eres un mono». ¿Por qué España es tan permisiva con la zarzamora de la zafiedad?