Cataluña

La hormiga

La Razón
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A CiU le crecen los enanos. Hasta ahora todo era plácido. Las encuestas sonreían. Las estrategias funcionaban. Su Caballo de Troya particular, Joan Carretero, había minado las bases republicanas. Su cohorte de columnistas y tertulianos impregnaban todos los foros de debate. Algunos medios de comunicación, entusiasmados por tener mejor tratadas sus cuentas de resultados, se quitaban la careta y apostaban sin tapujos por Artur Mas. Todo iba bien, hasta que dejó de ir. El voto nacionalista se fragmenta. Aparece Laporta, con ganas de venganza, y en lugar de erosionar a ERC ataca con saña los feudos convergentes. Duran ve horrorizado cómo la guardia pretoriana de Mas apuesta por el soberanismo –una forma vergonzante de autodefinirse independentista– alejándose de los sectores tradicionales del nacionalismo catalán.
Para colmo, Montilla no da puntada sin hilo. Sigue ejerciendo de presidente. La última, atraer inversiones chinas para Cataluña, aunque para los incultos e indocumentados si la inversión es china la cosa es menor. Además, Mas teme que Montilla tenga más ases en la manga. No anda errado. Los tiene y se los pasará por la cara más pronto que tarde. Sumará otra herida. Encima, Corbacho vuelve, parafraseando a Guerra, para regar el jardín metropolitano y el sector nacionalista del PSC, lejos de huir de la casa común, ha cerrado filas y los Nadal, Tura o Geli tienen más ganas que nunca de arremangarse y echar el todo. Artur Mas quería contentar a todos poniendo huevos en todas las cestas. Ahora, los huevos empiezan a romperse. Es lo que tienen las carreras de fondo, que no te puedes confiar. Y si no que se lo pregunten a la cigarra. Ahora parece la hora de la hormiga.