Irak

«Aído deja a las niñas en paz»

Las jóvenes adolescentes toman el protagonismo en la manifestación por la vida n Canciones y testimonios conmovedores marcan la primera gran movilización contra la ley de plazos del Gobierno

«Aído, deja a las niñas en paz»
«Aído, deja a las niñas en paz»larazon

MADRID- La fiesta de la vida fue de color rojo, un tono que en la manifestación de ayer predominó y que sólo se vio deslumbrado por el amarillo electrizante de los chalecos de los más de 250 voluntarios de la plataforma Derecho a Vivir que velaban por el buen discurrir de la marcha.Niños, muchos niños, con sus padres, pero también gente de mayor edad y, sobre todo, jóvenes. Las adolescentes adoptaron el protagonismo, –el mismo que les ha dado la propuesta de los expertos del Gobierno–, y alzaron su voz contra el aborto. Desde el autobús sin techo que acompañaba a la marcha y micrófono en mano, las menores se desgañitaban con todo tipo de cánticos: «Zapatero, mi madre dijo no»; «Menos abortados, más adoptados».La manifestación la capitaneaba un corazón hinchable gigante que hacía las delicias de los más pequeños y de los que ya no lo eran tanto, pues repartía gorras, camisetas y pancartas. Todas rojas, por supuesto.Tras el corazón, los organizadores sostenían una primera pancarta por el «Sí a la vida, no al aborto». Metros más atrás, las adolescentes sostenían otra cartela que rezaba: «Aído, deja a las niñas de 16 años en paz». En el último tercio de la manifestación se concentraban las personas de movilidad más reducida: había menos adolescentes y más ancianos, niños y padres con muchos cochecitos de bebé.Un pancarta comparaba cifras de tres atentados contra la vida: el terrorismo etarra, la Guerra de Irak y, muy de lejos, el millón de abortos en España. Otra decía: «No existe un aborto bueno o legal, queremos la abolición». Una niña con la cara pintada como un gato gritaba a hombros de su padre: «Soy un lince, soy lince». A su lado dormía un bebé-lince en su cochecito. «No lo hagas, nosotros te ayudamos», coreaban muchos junto a una bandera española. Y también: «Se nota, se siente, la vida está presente».Al estrecharse la vía hacia plaza Neptuno, la gente más joven saltaba las vallas e invadía la hierba, mientras los mayores se amontonaban al no quedar más espacio. «Luego diréis que somos cinco o seis», coreaban. La entrada en Neptuno se acompasó con la banda sonora de la película «La vida es bella» y se alegró con un sol hasta ese momento esquivo a la fiesta de la vida.Testimonio conmovedorDurante el acto, muchos testimonios conmovedores, como el de Carlota, paralizada de cintura para abajo y, pese a su discapacidad, madre de Paloma, una menuda y expresiva niña que nació con 600 gramos y que, mientras escuchaba a su madre, no podía parar de llorar emocionada. O el silencio para recordar a los no nacidos acompasado por la música de piano y violonchelo de los hermanos Marta y Pedro Alfaro. Terminada la manifestación, gorras y globos rojos aún permanecieron muchas horas en los alrededores, jugando en los parques o buscando dónde comer.