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Los Ángeles

Almodóvar abraza de nuevo a Pe

Cientos de periodistas esperan a que Almodóvar empiece la rueda de Prensa de «Los abrazos rotos», que protagoniza Penélope Cruz. Recién aterrizada de Los Ángeles y con el Oscar cerca, ella reconoce que es el director de su vida.

Almodóvar abraza de nuevo a Pe
Almodóvar abraza de nuevo a Pelarazon

Ni la cazadora que parecía de camuflaje sirvió de nada ayer a Pedro Almodóvar cuando llegó en olor de multitudes a los cines de Madrid (en las chimbambas) donde presentó la película número 17 de su filmografía y la más cara que ha dirigido hasta hoy, 12 millones de euros. «Los abrazos rotos», que el miércoles desvelará el secreto al resto de los mortales, combina «thriller» y drama para narrar la azarosa historia de Lena (Cruz), joven muy bagueteada por la vida que sueña con ser actriz. Transformada en la querida de Martel, un empresario loco de celos, Lena se enamora del director de su primer filme, que pierde más tarde la vista. Un enjambre de fotógrafos revolotea alrededor de la mesa que ocupa el causante de este torbellino sentimental, Cruz y el resto del elenco protagonista, Blanca Portillo, Lluís Homar, José Luis Gómez, Rubén Ochandiano y Tamar Novas. Pero todos miran a los dos Pe.Una supervivienteEn una atestada rueda de prensa (siempre están hasta la bandera cuando viene Almodóvar), el director se pone unas gafas de sol oscuras, se las quita, sabe lo que hace, lo que dirá. Y comienza el espectáculo: «Lo que más me gusta de "Los abrazos rotos"es su zona "noir", la relación entre Lena y Martel», dice. Cruz, a su izquierda, viste de rojo y tiene mechas luminosas en el pelo: «Este papel no ha sido fácil porque se trata de una mujer bastante diferente a mí. Sólo nos une nuestro amor al cine. Se trata de una superviviente, de una luchadora, alguien que camina con una nube sobre la cabeza, me la imagino así. Tiene una herida profunda», y Cruz mira de frente al director, un amigo íntimo. La cuenta atrás ha comenzado, y Almodóvar pide un deseo: «Que entretenga a los espectadores y no se les haga larga (dura dos horas), que la entiendan. También me gustaría que les comunicase lo que sentimos al realizarla». Una enorme pantalla registra todos sus gestos. En «Los abrazos rotos» revolotean otros títulos de Almodóvar. Es más: el debut de Lena, «Chicas y maletas», es un «remake» o revisión, depende, de «Mujeres al borde de un ataque de nervios». Gazpacho, orfidal y otros ecos: «Hable con ella», «Átame», «La ley del deseo»...: «Los filmes que he hecho forman mi patrimonio económico, emocional y artístico, y al escribir están presentes. Sobre "Mujeres...", estos personajes trabajan en el cine, y cuando redacté el guión pensé que lo más adecuado era que rodasen una comedia para evidenciar mejor los problemas que atraviesan. Y elegí un material propio porque podría adaptarla con total libertad. No es un autohomenaje, me sirvo de algo mío para manipularlo sin pedirle permiso a nadie», señala Almodóvar, que confiesa: «En la película hay varias e intensas historias de amor cruzadas y otra que subyace a todas: mi gran historia de amor con el cine. Por eso incluí tantas referencias al séptimo arte y los nombres de varios directores». De Fellini a Jules Dassin, por ejemplo.Como HustonReconoce, sin embargo, Almodóvar sobre sus películas que «hay partes en ellas mejorables, pero es esencial darlas por terminadas. Como tantos otros procesos en la vida, debe tener un final. A veces las circunstancias son injustas, tremendas. Aun así, no retocaría ninguna». Ni las muchas que le quedan por dirigir. Es una pasión: «Yo me veo como Huston rodando sobre un catéter como hizo en "Dublineses"». Normal que alguien le pregunte al oscarizado director (dos premios tiene ya) si le preocupa que «Los abrazos rotos» consiga subir la maltrecha cuota del cine español, una responsabilidad con la que carga Almodóvar desde ni se sabe: «La hice lo mejor que pude. Le he dedicado 24 horas al día durante 14 meses... La pelota está en otro tejado, en las salas. Ojalá que pase. La respuesta del público es un misterio. Estoy igual que siempre, sumido en la incertidumbre, pero el que haya esta expectación con "Los abrazos rotos"me parece significativo».Indica, también, que la comedia se le muestra ahora esquiva: «Mis filmes han ido adquiriendo una mayor gravedad con el tiempo. Me estoy especializando en un tipo de drama que cada vez se hace menos. El que han cultivado Kieslowski, Lars von Trier... No se está tratando adecuadamente, de forma contemporánea. A principios de los 80 mi vida era muy divertida, no estaba nunca solo, lo que se percibía en mis obras. Ahora transcurre en interiores, y me hice mayor. Hago las cintas que me pide el cuerpo y en ellas me proyecto. Aunque no descarto tampoco volver a ese género en el futuro». Sobre la fama, Almodóvar no es menos tajante: «Llegué a Madrid hace 40 años, y, como sucede en un matrimonio cuando dura tanto, acabas cansado de tu pareja, aunque hay algo misterioso y por eso sigues a su lado. Mi vida se ha empobrecido por la popularidad. No puedes ir a los mismos sitios». De ahí que no entienda que «las estrellas en EE UU estén blindadas». A Cruz, que vive en aquel país, le suena: «Eso es llamar la atención». Y Almodóvar, tan cómodo y pancho frente a los periodistas, evoca una anécdota con Madonna: «Cuando vino hace años la invité a cenar (por cierto, nos grabó para aquel documental y no dijo nada, qué choricilla). Ella quería tirarse a Banderas, lo sé porque me lo dijo, Y se iba a practicar "footing"con seis guardaespaldas. Por eso cayó tan mal. Le comenté que en España es un insulto venir así. Madonna provocó momentos violentos. Y no creo que haya peor calidad de vida que la que tiene Michael Jackson». Dolores de cabezaTampoco le hace mucha gracia la interminable promoción que arrancaba ayer en Madrid: «Me agobia viajar tanto, y con el tiempo se agrava. Rezo, aunque no creo, para no tener dolores de cabeza, porque me inhabilitan totalmente». A Penélope Cruz, por contra, «no me da pereza. Y esta vez no tienes que mentir en las entrevistas. No pienso que haga otro filme este año, porque los compromisos de "Los abrazos rotos"acaban en noviembre». Y, en febrero, otra vez los Oscar.

Cruz: «El Oscar se queda en España»Acaba de llegar a nuestro país, «y el Oscar se ha venido conmigo.Fue maravilloso, pero aún no tengo ni idea de cómo influirá en el futuro», dice Cruz. Que, en realidad, «disfruté el premio días después de recibirlo, de esa noche sólo recuerdo un 10 por ciento... Lo dejaré en mi casa, que ya viajó mucho y está medio rayado». Menos gracia (ninguna) le hace a la actriz, tan celosa de su vida privada, que le pregunten si echó de menos a Bardem en la ceremonia: «No nos vamos a meter en el enredo de contestarte a eso». Almodóvar soluciona la papeleta: «Evidentemente, no quiere hablar del tema. Lo difícil es que ganes un Oscar, lo demás resulta accesorio. Y si no te lo dan, tampoco pasa nada...»