Cádiz

Antonio García «El Platero»

Cien millones de pesetas para llegar sobrio hasta el amanecer con Pepe Pinto, con la Perla de Cádiz o con la Niña de los Peines.

Antonio García, «El Platero», sentado en un patio del barrio jerezano de San Miguel
Antonio García, «El Platero», sentado en un patio del barrio jerezano de San Miguellarazon

«Mi padre no se metía en ná y se llamaba Cayetano, un barbero muy curto, como si fuera de Luis XV, digo yo. Pelaba a los gitanos por seis reales y los afeitaba por una peseta. Hace 46, 47 ó 48 años, exactamente, no, 49, creo que 49. Desde los diez años ya estaba yo con mi tío en el taller, trabajando los brillantes, el oro y la plata. Todo legal. A los 16 empecé a ganar dinero, pero dinero de verdad; eran diez duros al día cuando un hombre en una bodega se llevaba un mes arrumbando para no llegar a llevarse ni la mitad. En toda la vida, me habré gastado 100 millones de pesetas, sí, 100, por lo menos, en pagar a cantaores, en ir a fiestas y en invitar a botellas de fino y a platos de jamón. Pon una botella allí, pon un plato allí, señores, buenas noches... Lo más importante, y ahora me entran las dudas de si habré hecho bien, es el bienestar de cada uno. Y creo que a mi edad podría estar más cubierto. Me lo he llevado en el cuerpo, pero sin abusar. Los flamencos tienen mucha habilidad para sacar mil duros de tu bolsillo y más de madrugá que es cuando yo he vivido y disfrutado de todo en Maribá, en la venta Adolfo o en la venta Albaycín, donde también se arruinó Segovia, que era, como todo el mundo sabe, maricón. De las casas de tratos me acuerdo que, cuando llegaron los americanos a la base de Rota, acabaron con el mercado porque pasó de costar un duro a quince pesetas. Los americanos es que van arrasando con países o con casas de tratos, a ellos les da igual. Pero volviendo a donde iba, los cuatro maestros para mí han sido el Tío Chozas, el Agujetas El Viejo, el Tío Dieguichi y el Tío Parrilla. ¡Y que el cante no es un tocadiscos, que lo pones y siempre suena igual! El cante un día es de una manera y otro es de otra, pero siempre con pureza y con verdad.¡Y todo lo que me ha pasado a mí o que me han contado! Como cuando dicen que Manuel Torre fue con su primo Carapiera a una fiesta del marqués Domecq y Carapiera se coscó de que en la fiesta había comida para dos o tres días, por lo menos. Y antes de empezar a cantar por delante, agarró un filete del tamaño de un gallina y su primo le tuvo que decir: "¡José, qué los gitanos no comemos!"y él, que ya se lo había comío de un bocado, le dijo: "¡Manuel no comemos en casa, pero fuera sí!"De ingenio, el Varilla, que metía chorizos en una escupidera y se los iba comiendo por la calle, que estaba acostado en un banco de la Plaza del Arenal y cuando vinieron a despertarlo porque ya era de día, le dijeron: "Varilla, pa arriba», y él, de remate, contestó: «Ah, ¿pero es que aquí también hay primer piso?". ¡Y estaba en una plaza! Este Varilla fue el mismo que se fue al Casino Jerezano, desparramó un saco de cuernos, les dijo a los socios: "Ea, ir cogiendo cada uno los vuestros"y luego se fue. Pero de todos, el mejor era Vicente Pantoja, que consiguió que el marqués de Domecq, en aquella época, le apadrinara un niño. El marqués le dijo: "¡Pantoja, ten por seguro que por cada diente que la salga a tu hijo te voy a dar un duro!". A las dos semanas al niño le habían salido ya cinco dientes y cuando fue a cobrar el quinto duro, el marqués le dijo a Pantoja: "¿Pero tú que has tenido, un niño o un cocodrilo?"El Pantoja era el mejor, sin contar cosas de mentira, sólo sus cosas, sus ocurrencias, lo que a él le iba pasando. Todo esto lo tengo yo escrito en mi libro, que no sé si podré venderlo por interné. Al libro es que le han puesto el título muy chico en la portada, "Medio siglo de vida en el cante"y no se ve bien, pero el que lo lea va a ver lo que son vivencias. Está escrito con el corazón. Como cuando cuento que el Tio Fanega estaba pá morirse, con un pie en el otro barrio y en la habitación, otro que estaba igual que él. Y al Tío Fanega sólo se le ocurre decir, como sería el Tío: "¡Verás a que me muero yo antes que éste!"»