Elecciones Generales 2016

D Tancredoen el PP

La Razón
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17 puntos le sacan los conservadores británicos a los laboristas que gobiernan, una contundente ventaja que arrumba definitivamente al nada mediático Gordon Brown. Aquí, por primera vez desde 2004, el CIS ha dado la victoria al Partido Popular, con un punto de ventaja, lo que ha generado todo un alborozo entre los populares porque recuerdan que en vísperas de las elecciones europeas que ganaron, el CIS les pronosticaba la derrota. Pero, mas allá de quinielas, en Génova lo que estudian es la estrategia, para que Rajoy gane las elecciones como D. Tancredo, subido a un pedestal, inmóvil, vestido de mármol, en medio de la plaza. Porque, ¿a qué tanto júbilo si, según el CIS, el PP sólo habría crecido dos décimas, frente al desgaste del Gobierno de un punto? O sea, quietas las filas porque las elecciones las pierde el Gobierno, no las gana la oposición. Una estrategia, la de no tomar riesgos, que estaría impidiendo a Mariano Rajoy despegar con contundencia. La actitud de D. Tancredo se supone que no tiene riesgos –cosa incierta, miren como acababan los toreros que así se vestían– pero, en todo caso, nunca le dará al PP 17 puntos de ventaja porque los ciudadanos no perciben en la oposición determinación concluyente y mensajes rotundos. ¿Cuándo ha dimitido Bárcenas? Cuando el Supremo le ha lamido los talones y el caso ha abrasado al partido. ¿De qué modo los populares han contrarrestado el obsceno mensaje del Gobierno de que los empresarios querían el despido libre al dictado de la derecha? Con tardanza también. A diferencia de la estrategia dilatoria de Rajoy, Cameron ha salido de la sombra con un completo programa de gobierno y ha puesto orden en las filas para evitar fricciones internas. Si por fin Rajoy ha dimitido a Bárcenas y medita salir en tromba en septiembre habrá entendido el mensaje de que el PP se tiene que presentar ante los ciudadanos listo para gobernar. De lo contrario –ya lo dijo Aznar– quien sale a empatar, pierde.