Artistas
El embudo
Aquí donde me ven, tan vulgarota y tan ordinaria, resulta que me han hecho embajadora. Embajadora de la Feria de Albacete, ojo, que nos cumple, ni más ni menos, trescientos años ya. Me ha llamado la alcaldesa de mi pueblo, Carmen Oliver, que es joven, guapa, encantadora y socialista, y me ha dicho que lo único que conlleva el nombramiento es insistir en las virtudes de la ciudad cuantas más veces, mejor. O sea, que si era poca la turra que doy con Albacete, ahora lo voy a hacer por mandato de mi alcaldesa y por obligación, que es lo más placentero que me han encargado en toda mi vida. Inmediatamente, me he asomado por el patio de luces y, a voces, he dado vivas a la Virgen de los Llanos, al lomo de orza y a Casa Paco. Yo no le he dicho nada a Carmen por no asustarla, pero voy a pedirle que me ponga, como embajadora que soy, un coche oficial con dos banderines rojiblancos a los lados con la cara de Chiquito impresa, y quiero también una banda para cruzármela con un lazo grandísimo en la cadera, rojiblanca por supuesto. Y había pensado también pedirme un Falcon para llevar a los colegas sin peligro de que nos pille la Guardia Civil con cuatro chispacines de más por esas carreteras, y para poder aterrizar en el mismo pincho del recinto ferial, que es donde se queda en Albacete en fiestas, y en la punta del parque el resto del año. Pero no está el horno para bollos con lo del Falcon porque andan los próceres de la patria tirándose la loza a la tonsura a cuenta de los viajes sufragados por el erario público para cuestiones partidistas o particulares. Esto de los viajes en el Falcon podría parecer aburridísimo y casi una tomadura de pelo con la que está cayendo, pero a mí me resulta particularmente entretenido porque desde pequeña tuve cierta predilección por la manga del embudo y luego ya, de mayor, por la paja en el ojo ajeno. Ni está bonito lo de Zapatero ni se justifica lo de Rajoy por el rollo de la reunión del Patronato de Patrimonio Nacional. Y menos de partidos que tienen hijas subvencionadas o hijas casadas a bombo y platillo. Más que austeridad, que también, un poquito de seriedad sería suficiente.
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