Novela
El mismo Garzón
No voy a analizar, ¡Dios me libre! La actuación profesional de Garzón, porque no tengo formación jurídica. Sin embargo, sí puedo hablar (sin acritud) de la forma de escribir de Su Señoría que, espero, a la vista de su último auto, esté muy por debajo de su forma de actuar. Lo enviado al TSJ de Madrid se inicia con una imputación: los dos miembros del PP a los que alude estaban «enmarcados dentro de la organización» supuestamente liderada por el tal Correa. Convendría, por el régimen del verbo, que los hubiera enmarcado «en», pues ya conlleva el significado de «dentro de». Y sigue: ... «con el cometido de facilitar las actividades delictivas de la misma a través de la consecución de eventos y reparto de fondos procedentes de los mismos, en beneficio propio» (los subrayados son míos). En primer lugar, la RAE ya advertía en su «Esbozo» de 1973 que convenía «llamar la atención sobre el empleo abusivo que la prosa administrativa, periodística, publicitaria, forense y algunas veces la prosa técnica hacen hoy del uso del anafórico el mismo, la misma, por considerarlo acaso fórmula explícita y elegante. Pero no pasa de vulgar y mediocre». Remito a los lectores interesados en este uso, que se está convirtiendo en pandemia, que lean lo que dice el maestro Lázaro Carreter en su ya clásico «El dardo en la palabra» (pp. 200, 310 y 481), en el que nos recuerda, entre atinadas opiniones, el lema germánico de «¿por qué hacer fáciles las cosas, si también funcionan las difíciles?». De los «eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa» hablaremos otro día.
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