Reino Unido

El Parlamento británico pide una reforma a gritos

El Parlamento británico pide una reforma a gritos
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Londres- Westminster atraviesa una de las peores crisis de su historia. La publicación de los gastos desproporcionados que los diputados han pasado a lo largo de estos años al erario público es un auténtico mazazo al sistema. El Parlamento se ha quedado sin credibilidad y su presidente, el conocido como «Mr. Speaker», se ha visto obligado a dimitir, un episodio insólito que no tenía lugar desde hacía tres siglos. La pregunta que se plantea es la siguiente: ¿es adecuada la estructura actual? Desde hace tiempo, el Gobierno estudia una reforma parcial del armazón institucional, pero el alcance del escándalo ha llevado a figuras de referencia en el laborismo a instar al «premier» a dar un paso más. Gordon Brown necesita más que nunca una prueba que demuestre al electorado que está respondiendo a la magnitud del problema y el núcleo duro del partido le ha propuesto que trace una convención constitucional que garantice un marco normativo. Lo que existe ahora en Reino Unido es una amalgama de leyes, algunas de ellas meras convenciones resultado de siglos de tradición de la democracia más antigua de la Europa moderna. Dadas las circunstancias, el primer ministro se podría estar planteando una revisión integral que afectaría a la «intocable» ley electoral y la misma Cámara de los Lores, una de las instituciones de referencia en las islas, para dar más voz al electorado. Muchos de los pesos pesados del laborismo, entre los que se encuentra Peter Mandelson, actual ministro de Negocios, azuzan estos días al primer ministro para que presente una serie de medidas que podrían hacer historia. A lo largo de sus diez años al frente de la cartera del Tesoro, Brown ya revolucionó el sistema financiero, por lo que su plan para reformar el panorama político no se ve como una idea descabellada. Los analistas opinan que sólo así el «premier» tendría alguna posibilidad de cara a las elecciones generales, ganadas ya psicológicamente por los conservadores. Las apuestas de esta gran revolución pasan por la reforma de la representación en el Parlamento, los mandatos limitados para los parlamentarios y la reducción del poder que actualmente tiene el «whip», la persona que vela por la disciplina en cada partido. Es difícil que los partidos se pongan de acuerdo a sólo un año de las elecciones generales, pero no es imposible porque todos están dispuestos a lavar la cara a Westminter. De momento, ya hay acuerdo para limitar hasta 1.250 libras mensuales los gastos por alquileres e intereses de las hipotecas, y se ha prohibido el permiso de segundas residencias para lo que queda de Legislatura.