Las previsiones de participación confunden a los partidos

Los partidos llegan a ciegas a las elecciones de hoy. Hay mucha más confianza en la victoria en el PP que en el PSOE, pero en ninguno de sus «cuarteles generales» se atreven a aventurar un resultado ante una previsión de participación tan baja.
En todas las encuestas publicadas la participación declarada es muy superior a la estimada. De hecho, todas las empresas demoscópicas han «cocinado» el porcentaje de encuestados que contestaron que estaban dispuestos a acudir a las urnas por miedo a «columpiarse», dada la serie histórica de escasa movilización que acompaña a las europeas.
Si fueran a votar todos los que así lo han declarado, la victoria holgada del PP sería hoy un hecho cierto. Pero la gran pregunta que se hacen tanto en Génova como en Ferraz es quién tendrá más bajas entre sus votantes tradicionales.
La historia demuestra que una participación muy alta, de alrededor del 80 por ciento, beneficia a la izquierda. El techo ideológico del PP es más bajo que su techo electoral. Pero cuando la participación es inferior al 50 por ciento, no hay regla matemática ni sociología electoral que permita hacer un pronóstico. «Las elecciones las gana quien consigue movilizar más a los suyos», sostiene uno de los miembros del equipo de estrategia del PP. Y a ese principio se han sometido con más o menos acierto –las urnas lo dirán–, socialistas y populares.
En los cuarteles generales de los dos principales partidos la participación se conjuga con otro panel de variables para intentar ajustar lo más posible sus pronósticos sobre el resultado. Por ejemplo, el PP prevé que le irán bien las cosas en las comunidades autónomas donde el peso del campo es más importante que el de la ciudad. Mientras que su radiografía de las zonas urbanas le genera más incertidumbre. En el comité de campaña hay cierta preocupación por Madrid, pero se da por seguro un resultado excelente en todo el Levante, así como una mejoría en porcentaje de voto en Castilla-La Mancha o en Galicia.
En principio, Rajoy cuenta con que Valencia, pese al «caso Gürtel», sea su principal granero electoral, y en esa teoría se explica su estrategia de campaña y la sorprendente decisión de vender incluso una imagen de normalidad donde no la hay, es decir, en la situación de Carlos Fabra, imputado en varios casos de tráfico de influencias, en Castellón. La posibilidad de que se confirme la previsión de que en Cataluña haya una baja participación beneficiaría a los populares.
Entre cálculos y estimaciones de última hora hay una hipótesis de trabajo que nadie pone en duda. Las elecciones europeas han tenido siempre un significado muy político en España, y en esta ocasión también será así. En el 94, el mantra que aupó al PP a una victoria de diez puntos sobre el PSOE fue el de «echar a Felipe González». En 2004, PSOE y PP prácticamente empataron. Los socialistas sólo sacaron un punto de ventaja. El resultado de hoy está por escribirse.

Las novedades de los comicios
Más de medio millón de jóvenes podrá votar por primera vez
- En estas sextas elecciones al Parlamento Europeo en España, más de 510.000 jóvenes podrán votar por primera vez tras cumplir los 18 años después de los anteriores comicios, aunque serán 2,1 millones los que podrán participar en una cita electoral europea.
- Las ciudades de Salamanca, Lérida y Pontevedra probarán el dispositivo denominado Colegio Administrado Electrónicamente (CAE), que contará con un lector para leer papeletas con un código de barras que contendrán los datos de los electores y acelerará el escrutinio posterior.
- 97.500 agentes trabajarán para salvaguardar la seguridad de la jornada electoral. De ellos, 71.000 corresponden a la Policía Nacional y a la Guardia Civil, 18.000 a la Policía Local de los diferentes municipios y 8.500 a los cuerpos de las policías autonómicas.
- 284.000 ciudadanos de otros países de la UE podrán acudir a las urnas en España. Entre ellos, el grupo más numeroso es el de los ciudadanos de Reino Unido, más de 76.700, y de Rumanía, más de 49.000.