Europa

España

La Europa de la abstención

El desafío del Parlamento Europeo está en frenar el desinterés de los electores después de 30 años de comicios n En 2004, un 54,53 por ciento no fue a votar

La Europa de la abstención
La Europa de la abstenciónlarazon

Una mezcla de desinterés y aburrimiento sobrevuela por Europa. El cansancio electoral tras 30 años de elecciones a la Eurocámara se deja notar a tres días de los comicios y, si algo parece seguro, es que ganará la abstención. La temen los partidos políticos implicados y la propia Institución europea.
El último eurobarómetro fija en el 34 por ciento la proporción de votantes europeos que tienen la intención de acudir a las urnas entre el 4 y el 7–J. En España, a excepción de la predicción del CIS, que sitúa en un 80 por ciento imposible la participación, el resto de las encuestas se mueven en el 45 por ciento.
Pero, ¿de dónde viene tanto desencanto? En el desinterés generalizado que acompaña a estos comicios conviene poner los ojos en los dos actores principales, y los que van a ser elegidos. Los europeas han ido perdiendo afición cada legislatura, en un principio, por culpa de los que diseñan las elecciones como de «segunda división».
La Europa del «progreso», del «bienestar», de las «oportunidades» no ha calado en los ciudadanos. Las inquietudes y los problemas reales se perciben a gran distancia de los que los representan. Al Parlamento Europeo todavía se le concibe como un «cementerio de elefantes» al que van a parar los viejos políticos, con el fin de construirse un retiro dorado, o como «un congelador» para los «quemados», tal vez molestos para el dirigente de turno, pero donde la motivación para votar tiene su mayor freno es en la idea que los votantes tienen sobre sus representantes o «euroociosos».
Por otra parte, los elegibles tampoco son suficientemente conocidos y lo que realmente interesa al elector son los problemas puramente nacionales.
También la propia Institución europea se ha sentido implicada en este fracaso. La desmotivación de los votantes es fruto de la propia naturaleza de la Eurocámara, que vive enredada en su propia burocracia. Además, ante la grave crisis que afecta a Europa, los ciudadanos, tal vez, no la han percibido como el líder unido y fuerte capaz de enfrentarse a los graves problemas. De aquí nacen precisamente ahora las dudas sobre el sentido del proyecto europeo.
La evolución que ha sufrido la abstención en los últimos años en las europeas ha ido en aumento. En 1979 no fueron a votar un 38,01 por ciento, un dato que ha crecido cada legislatura hasta llegar en 2004 al 54,53. Diferente es el balance que sale de generales y municipales en España, donde la abstención varía entre el 22 por ciento de mínima y el 36 de máxima. El resto de los países europeos muestran una desmotivación similar.