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La fe en tiempos recios

La fe en tiempos recios
La fe en tiempos recioslarazon

En tiempos recios -así santa Teresa llamó a su época- hacen falta «amigos fuertes de Dios». Hoy quiero llamar la atención sobre algo que nos es básico a los cristianos: la fe. Pero no sólo como conjunto de verdades que se aceptan. A ello pudo conducir una mala traducción de Isaías 7,9: «Si no creéis no comprenderéis». El hebreo emplea el concepto de «emet», que significa «verdad», pero en el sentido de fidelidad, firmeza, estabilidad y debe traducirse, por tanto, «si no creéis no tendréis firmeza». Para Ireneo de Lyón, esta verdad es lo esencial: «La verdad hace adquirir la fe. Porque la fe está fundada en lo que es el ser de las cosas, es necesario que nos esforcemos con el mayor cuidado en defenderla para llegar a la verdadera inteligencia de las cosas». Luego, penetramos en la inteligencia del ser de las cosas, por la fe. ¿Cómo defender la fe? Una forma fundamental es que tantos hechos de todo tipo, que se nos presentan como realidades, hemos de rechazarlos, porque no son la verdad; desde el mismo ser de la persona humana, hasta tantas situaciones que no son aceptables, porque no son como Dios las piensa. Esta actitud es capital, pues la tradición cristiana refleja el alcance de la afinidad prodigiosa del hombre y Dios, que es fruto de un designio libre y gratuito de crear al hombre a su imagen y le ha comunicado atributos como la inteligencia o la capacidad de amar. Prendas de un don definitivo: participar de la vida de Dios, cosa imposible sin la fe.