Sergio Fajardo: «La puerta de la negociación con las FARC está sellada»

Fajardo comparte dos cosas con Uribe: ambos nacieron en Medellín y ambos trabajaron para su ciudad, uno desde la Gobernación y otro desde la Alcaldía. Como regidor de la capital empresarial de Colombia –que fuera propiedad de Pablo Escobar, el narco más famoso de todos los tiempos (a quien no nombra jamás «para no alimentar el mito»)–, Fajardo se ganó el respeto de todo el país al regenerar una urbe descompuesta. Hoy lidera las encuestas para suceder a Uribe –si éste no se presenta– con un programa centrista que adorna con su magnetismo. Recibe a LA RAZÓN en su minúscula sede, rodeado de mapas en los que se atisba una frenética agenda. No hay ciudad en la que no haya estado ni sueño que no crea capaz de realizar.

–¿Cuáles son sus retos?

–La desigualdad y la violencia. Con violencia se sobrevive, pero no se avanza. No creo en la política de agresión a los individuos, hay que dar oportunidades para vencer este lío.

 –Lidera las encuestas con una campaña larguísima y sin apoyo partidista. ¿Cómo lo hace?

–Viajo con invitaciones, duermo donde sea. Nadie me verá brindando ni volando en primera. No compramos votos. No pagamos un peso. Igual que hicimos en la Alcaldía, donde no había comidas ni banquetes. Sólo austeridad. Yo puedo salir a la calle y mirar a la gente a los ojos. No tengo precio y nadie me ha doblegado.

–Se declara de centro, pero ¿hacia donde se escora?

–No quiero enemigos. Creo en principios, no en ideologías.

–¿Uribista o antiuribista?

–Tampoco creo en la polarización: nunca he pegado a nadie.

–¿Mantendrá la firma política de seguridad democrática contra las FARC?

–No se puede retroceder en ese sentido. He recorrido todo el país y no he necesitado un ejército. Eso es positivo. Pero esa política es un medio, no un fin.

–¿Apoya la negociación con la narcoguerrilla?

–Apoyé la negociación con el presidente Pastrana. Pero las FARC no fueron a negociar sino a rearmarse y esa historia no se puede repetir. Esa puerta está sellada, pero sí creo en el intercambio humanitario.