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«Hay profesiones en las que seguimos sin tenerlo fácil» Hay profesiones en las que las mujeres seguimos sin tenerlo fácil. Los ínfimos porcentajes de ejecutivas o académicas no son nada comparados con el de toreadoras o novilleras. ¡hasta el Word lo marca como error ortográfico! Y eso que llevan siglos aportando su granito por ser algo más que inspiración de pasodobles. Quieren escribir su leyenda con la muleta. Las rejoneadoras parecen haberlo tenido más fácil, quizá porque subirse a la grupa debía parecerles a los «machos» más apto para una fémina... que no querían en el callejón. ¿Superstición u hombría barata? Desde «La Pajuelera», que tan notable presencia debió gastar en los ruedos para que Goya la inmortalizara en un aguafuerte, hasta Vanessa Montoya -primera gitana en el coso- o Eva Florencia -única novillera que ha conseguido un rabo en El Alamillo-, sin olvidar a Conchita Cintrón o Juanita Cruz -perjudicadas por una ley que sólo les permitía ser centauras-, sólo dos espadas,Cristina Sánchez y Mari Paz Vega, han alcanzado el doctorado como matadoras. No me tengo por feminista, pero si, como dijera Lorca, el toreo es la fiesta más culta que hay en el mundo, ¿a qué viene excluir a la mitad de la humanidad? Belmonte lo advirtió: para torear hay que olvidarse del cuerpo... Por tanto: ¡déjenlas que nos enseñen lo que es parar, templar y mandar!