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Ridley Scott: En las entrañas de la mafia negra

La Razón
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Reyes González

 

La alianza de Lucas con la mafia de Nueva York asegura su posición mientras en la policía uno de los pocos policías honrados, Richie Roberts, empieza a seguirle los pasos. Esta es la historia de la nueva cinta de Ridley Scott, un filme basado en hechos reales sobre las calles de Nueva York en los 70. Protagonizada por Denzel Washington como el mafioso Frank Lucas y Russell Crowe en la piel del policía Richie Roberts, el filme ya es un firme candidato a los Oscar. Y en Nueva York, claro, entrevistamos en exclusiva para LA RAZÓN a Sir Ridley Scott. Nacido en 1937, su padre, un ex combatiente de la guerra, convenció a Ridley de que no se apuntase en el ejercito y empezara una carrera en la escuela de artes: «Vio que era bueno para el dibujo y la pintura y pensó que sería una gran idea que me dedicara a las artes plásticas», explica Scott.

 

obsesivo perfeccionista

En los 60 empezó a trabajar como diseñador, pero pronto se pondría tras las cámaras para dirigir anuncios de televisión: «La oportunidad de rodar comerciales fue tremenda para mí, me convertí en un perfeccionista, lo controlaba todo, como en una cápsula». En 1967 funda Associates, una de las mayores productoras de «spots» del planeta, y cuando empezó a rodar «Ronnie and Leo», era ya uno de los hombres más poderosos de Inglaterra. Veintiocho años después de estrenar «Alien», su primer gran éxito en la pantalla grande, Scott ha recibido tres nominaciones a las estatuillas por «Thelma y Louise», «Gladiador» y «Black Hawn derribado», aunque muchos le recuerdan todavía por su insuperable «Blade Runner», de la que este año se ha estrenado una nueva versión.

–A pesar de la leyenda que le precede, usted ha confesado que está contento con los filmes que ha realizado y con el hecho de que su rostro sea menos conocido que ellos...

–Es cierto. Me gusta que mi cine sea más importante que yo mismo.

–Parece que siente debilidad por Russell Crowe.

–Me parece el mejor, él y Denzel se han convertido en dos de los mejores actores de hoy. Cuando eres tan bueno es como si Roger Federer jugase contra Roger Federer, resultaría imposible que uno ganara al otro, son intérpretes consumados en lo más alto de su carrera y poseen un sistema de trabajo muy parecido.

–¿Cuáles son, entonces, las diferencias que existen entre Washington y Crowe a la hora de ponerse delante de la cámara?

–Los dos son muy inteligentes, saben dejar el ego fuera del rodaje, se sientan en la mesa y discuten sobre sus personajes, sobre cómo encarnarlos, comparten ideas hasta que están cómodos con lo que hacen. Denzel era nuevo para mí, aunque mi hermano Tony me había hablado bastante de él, fue quien me dijo que era uno de los mejores, es un actor de método que se mete en su papel y lo lleva hasta el final.

–¿Y Crowe también?

–Creo que un actor de método disfruta haciendo su trabajo y sus deberes antes de ponerse delante de la cámara; en ese sentido, podemos considerar que Russell lo es porque viene preparado a rodar, lee mucho sobre el personaje, sobre la época, sobre el tema del que trata la historia y se convierte en un experto.

–¿Y qué le llevo a usted dirigir «American Gangster»?

–Lo que me convenció es que me pareció un gran guión, siempre es el material lo que me inspira. Yo me dejo llevar por lo que está escrito sobre el papel. Después de rodar «El Reino de los cielos» y «Un buen año», Russell y yo hablamos sobre esta película, y así fue como empezó todo.

–¿Por qué una producción sobre gángsteres?

–En realidad, se trata de una historia sobre la corrupción, del gato que persigue al ratón, teóricamente no responde a mi estilo, pero mi labor consiste en leer todos los guiones que me llegan y elegir el que más me intriga, este material me enganchó desde el primer momento, no existen otros motivos.

–¿Cómo cineasta le gusta pisar territorios desconocidos?

–Siempre me ha gustado saltarme mis barreras, por eso he hecho tres comedias, me golpearon mucho con «Un buen año», pero yo creo que era una estupenda película, que se joda el mundo, porque todos los actores que han visto la película han disfrutado con ella, aunque nadie se ha atrevido a ponerlo sobre el papel.

–¿Cree que el Gobierno americano estuvo involucrado en la historia real que presenta «American Gangster»?

–Esa es otra película (risas). La CIA es un filme en sí mismo. Estuvo relacionada, absolutamente sí; sin embargo, nadie fue culpado, resulta difícil acusar a los policías de corruptos y mucho más en aquella época, aunque alguno sí fue detenido.

–¿Es cierto que Frank Lucas estuvo presente en el rodaje?

–Fue todos los días.

–Hay un gran interés en su filmografía con la ultima versión de «Blade Runner». ¿Siente que ha cambiado sensiblemente como director desde que hizo esa película, o que ha permanecido fiel a su línea?

–Hubo un gran cambio porque he ganado en confianza, al principio, con treinta y nueve años, no había realizado aún ninguna película, todo mi curriculum se centraba en los comerciales y los vídeos, mi primera cinta fue «Los duelistas» (1977), y supuso una gran experiencia para mí, la lleve al Festival de Cannes y ganamos. Luego hice «Alien», que me pareció fácil de rodar, y vine a Hollywood como director. Me puse de moda y ellos intentaron convencerme para hacer sus películas, han arruinado a muchos realizadores así, obligándoles a trabajar en filmes que no formaban parte de su esencia, y como no quise jugar su juego me volví popular y polémico, me sentí agredido y decidí que iba a hacer solo lo que me interesara a mí, no lo que decidieran los ejecutivos de los estudios. Desde entonces sigo un camino al que soy muy fiel, me fascina mi trabajo; tanto, que no me importa levantarme durante varios meses a las cuatro de la madrugada como estoy haciendo ahora en Rabat donde estoy rodando con DiCaprio.

–¿Qué puede adelantarnos de esa película, «Body of Lies»?

–David Ignatius, el corresponsal del «Washington Post» escribió un libro, «Penetración», sobre sus treinta años de experiencia en los Emiratos Árabes, analiza todo lo que América no ha hecho, de cómo hemos jodido al mundo, de cómo no hemos entendido nada y cómo ellos tampoco nos entienden, es un gran guión. Bill Monahan lo escribió junto a Steve King y en la película aparecen Leonardo y Russell Crowe, que tuvo que engordar quince kilos para interpretar ese papel.