Salud
Suspenso en Educación Física
La vida sana y el deporte están reñidos con la juventud. Y ahora, también con los planes de estudio.
Madrid- Justo en el momento en el que han entrado en juego asignaturas polémicas como Educación para la Ciudadanía, los profesores de Educación Física se quejan de que cada vez rascan menos bola, y no porque quieran. Todo ello se desprende de una mesa redonda organizada por la Fundación Vida Activa, que contó con expertos en la materia. La conclusión que se ha desprendido de las intervenciones es tajante: «La única asignatura relacionada directamente con la salud de los estudiantes, suspende».
Según David Cañada, profesor de Educación Física, las recomendaciones internacionales mínimas sobre actividad física establecen que todos los niños y adolescentes «deberían realizar al menos 60 minutos de actividad física de intensidad moderada a vigorosa». Además, «por lo menos dos días a la semana, esta actividad debe incluir ejercicios para mejorar la salud ósea, la fuerza muscular y la flexibilidad».
Los datos que baraja al respecto la Organización Mundial de la Salud, reflejan que sólo el 22,3 por ciento de los niños y el 12,8 de las niñas entre once y doce años cumplen estas recomendaciones. Se trata de unos hábitos que se pierden de forma considerable con el paso de los años. Sólo el 16,8 de los niños y el 8,8 por ciento de las niñas mayores de 17 años se adaptan al modelo de actividad física adecuado.
Sedentarismo
Las cifras globales son descorazonadoras. Así, cada año se registran 400.000 nuevos casos de obesidad infantil y juvenil en las fronteras de la Unión Europea. Para los expertos, no se trata de que los jóvenes coman más o peor, que también, sino sobre todo de la falta de ejercicio y del sedentarismo.
Ante este panorama, Cañada no entiende que la Educación Física sea una de las asignaturas más perjudicadas por los planes de estudio de la LOE. Según explica, si la Logse fijaba 140 horas de esta materia obligatoria en el primer ciclo de Primaria, en la actualidad se imparten tan sólo 105, lo que supone una reducción del 25 por ciento. La LOE, además, da cierta autonomía a los centros educativos, que tienen potestad para cambiar los horarios.
Por su parte, la profesora Marcela González-Gross retrató a los niños y adolescentes del presente: «Son más sedentarios que hace unos años». Por ello, y a su juicio, «realizar las mismas horas de actividad física que en el pasado no compensa la situación generada por el estilo de vida actual». Todo ello repercute no sólo en la salud de los más jóvenes, sino también en el gasto sanitario. Según las estimaciones realizadas, el 7 por ciento de este coste tiene como trasfondo los problemas derivados de la obesidad. En el disparadero se sitúan, sobre todo, los países del área mediterránea, que son los que están registrando mayores índices de obesidad.
Según la experta, «una buena condición física contrarresta los efectos de la obesidad en los niños con este problema. Incluso un niño con sobrepeso que practica actividad física frecuentemente puede tener mejores indicadores de salud que un niño delgado con un estilo de vida sedentario.
Pero, evidentemente, no sólo la falta de actividad física influye en el sobrepeso. La alimentación es la otra pata de un banco que se tambalea. Según un estudio elaborado por la Fundación Sanitas, los productos congelados y precocinados ganan la partida a los frescos en la cesta de la compra. Una encuesta protagonizada por madres españolas refleja que los alimentos menos apreciados por sus hijos son las verduras y que muchas de ellas se ven incapaces de atajar el problema del sobrepeso de sus descendientes.
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