Italia

Un seísmo y 30 años en una casa prefabricada

Un seísmo y 30 años en una casa prefabricada
Un seísmo y 30 años en una casa prefabricadalarazon

roma- La reconstrucción de la zona arrasada por el terremoto de hace una semana juzgará a Silvio Berlusconi. El primer ministro ha hecho de la recuperación de L¿Aquila una prioridad, como dejó claro ayer al declarar que el Gobierno «tiene dos misiones: sacar a Italia de la crisis y resolver la emergencia del seísmo». El desafío de rehabilitar esta escarpada provincia puede lastrar o dar alas a su Ejecutivo, que goza de la estabilidad necesaria para responder a las necesidades de los damnificados en los cuatro años que durará la Legislatura. Los desahuciados por el seísmo (hasta 50.000, según algunas estimaciones) esperan que la respuesta del Gobierno sea veloz para poder rehacer sus vidas. Así lo ha prometido Berlusconi: «La reconstrucción se hará en tiempos rápidos, precisos y ciertos». Pese a sus buenas palabras, los «terremotati» de L¿Aquila temen que se repita con ellos la historia del seísmo de Irpinia, que el 23 de noviembre de 1980 dejó 2.735 muertos en las regiones sureñas de Campania y Basilicata. La reconstrucción fue un ejemplo de lo mal que a veces se hacen las cosas en Italia. El dinero para las ayudas fue desviado a otros usos y parte de los fondos acabaron en manos de la Camorra, la mafia napolitana. Se produjeron innumerables casos de fraude y corrupción mientras que las verdaderas víctimas no recibían las indemnizaciones correspondientes. Hoy, 29 años después de la tragedia de Irpinia, todavía hay decenas de familias que residen en viviendas prefabricadas, resignadas a seguir esperando para recibir una casa definitiva. Los damnificados por el seísmo de L¿Aquila no quieren seguir sus pasos y saben que para ello es imprescindible que no se les olvide. Por eso estos días pedían a las cámaras de televisión que no abandonaran la zona y siguieran informando. Temen que cuando dejen de ser noticia las millonarias ayudas prometidas no lleguen nunca. Berlusconi ha dicho que habrá dinero suficiente para la reconstrucción. Además de los fondos que la UE contempla para estos casos, el Gobierno italiano dedicará a L¿Aquila y su provincia parte del dinero pensado para costear las obras públicas que debían reactivar la economía del país. Las grandes infraestructuras tendrán que esperar. Después de pagar la rehabilitación sólo quedarán recursos para el Puente del Estrecho de Messina, faraónico y ambicioso proyecto que Berlusconi quiere comenzar de inmediato. No está claro todavía cómo se realizará la reconstrucción. El primer ministro estudia la edificación de una ciudad nueva en las cercanías de la urbe siniestrada. Según dice, en sólo dos años podrían estar concluidos barrios enteros a los que se podrían trasladar los desahuciados por el seísmo. Sin embargo, importantes arquitectos y muchos de los vecinos optan por volver a levantar los edificios utilizando criterios antisísmicos y recuperar el viejo emplazamiento de la ciudad. Sólo así se salvará la historia de L¿Aquila, evitando además ubicar a la población en una ciudad nueva y sin espíritu.