Protestas en Hong Kong
Hong Kong mide el apoyo a las protestas en las elecciones locales
Alta participación entre los jóvenes. El objetivo es derrotar a los candidatos pro China mientras sigue el asedio a la Politécnica
En los alrededores de la Universidad Politécnica de Hong Kong ya no resuenan los disparos de gas lacrimógenos o el ruido de los cócteles molotov contra el suelo. Allí donde hace tan solo unos días tuvo lugar una auténtica batalla campal entre Policía y activistas, ahora reina una calma solo rota por los sollozos de los padres de aquellos jóvenes que todavía permanecen acantonados en el interior de un complejo erigido en su fortín.
«Eres mi hijo más querido. Por favor, cuídate, ¿vale? [...] Sigue siendo fuerte, no te hagas daño ni dejes que otros te lo hagan», clamaba una de ellos el jueves por la noche ante las cámaras. Según su relato, su hijo lleva más de una semana en el interior de la institución. A su lado, muchos otros familiares –la mayoría cubiertos con mascarillas, gorras o gafas de sol– participaban en una sentada tras el cordón policial que mantiene aislados a sus vástagos a la espera de que se entreguen. Ese parece ser el deseo de la Policía, que el viernes afirmó no tener «fecha límite» para resolver una situación que ha causado un gran impacto en ex colonia británica.
La ocupación de la Universidad comenzó hace dos semanas con el objetivo de bloquear con adoquines, barricadas y fuego uno de los túneles más importantes que comunican la isla de Hong Kong con el resto del territorio. Convertido en fortaleza improvisada, ahora es un campus devastado, con el mobiliario destrozado y las paredes cubiertas de pintadas. Allí, en el día previo a la gran batalla se fabricaban cócteles molotov por doquier. «Hacemos unos cien al día», relató a este diario una joven que prefirió mantenerse en el anonimato. «En realidad, todos los que podemos», le corregía su compañero atareado con las botellas. En el campus de la Universidad China, que también tomaron los activistas, la Policía encontró hasta 3.900 de estas bombas incendiarias, además de arcos, flechas, jabalinas y catapultas caseras. Sin embargo, mientras los descontentos abandonaron ese campus de manera voluntaria, la Politécnica se convirtió en el fortín del núcleo más duro de los antigubernamentales. Tras ser detenidas más de mil activistas, ahora los que quedan encerrados se niegan a entregarse para no enfrentarse a penas de hasta diez años de cárcel y siguen urdiendo planes para poder escapar. Entre ellos, salir por las alcantarillas o buscar un escondrijo en el que ocultarse si los uniformados llegan a entrar.
Toda esta inestabilidad ha alterado la vida diaria de unos ciudadanos que este domingo irán a las urnas en unas elecciones municipales que servirán de barómetro para medir el apoyo real a un movimiento que ha puesto la ciudad patas arriba. Aunque tradicionalmente estos comicios han estado centrados en asuntos locales de los diferentes distritos, en esta ocasión se podrá observar si avanza el bloque prodemocrático y retrocede el que respalda a Pekín, según auguran las encuestas. La razón no es otra que la del apoyo de una juventud comprometida con el cambio en la ciudad. De las 386.000 personas que se han inscrito por primera vez para votar, una gran mayoría tiene entre 18 y 35 años. Sin embargo, habrá que ver si finalmente su intención se traduce en votos, algo que molestará al Gobierno central, queha exigido mano dura para restaurar el orden. Mientras muchos voten en unos colegios custodiados por los antidisturbios, los padres de los últimos de la Politécnica seguirán esperando. «Todo lo que deseamos es que terminen estos duros momentos. Hijo mío, tienes que estar a mi lado. Tenemos que unirnos en el periodo más difícil de la historia de Hong Kong», dide la madre de uno de ellos.
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