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Coronavirus

Trump amenaza a China con represalias si se demuestra que el virus “no fue un error”

El presidente arremete contra los gobernadores de su país, a los que acusa de no utilizar los tests facilitados por el gobierno federal

En el tiovivo de una presidencia tan ciclotímica como la de Donald Trump este fin de semana volvieron a tocar las advertencias contra China. Si el país asiático mintió respecto a la pandemia, advierte el presidente de EE..UU, deberá de atenerse a las consecuencias. Según Trump la pandemia «Podría haberse detenido en China antes de que comenzara y no se hizo, y ahora todo el mundo está sufriendo debido a eso». «Si fue un error, pues un error es un error. Pero si fueron conscientemente responsables, entonces debería de haber consecuencias».

Después de la Organización Mundial de la Salud tocaba de nuevo el turno de China. Pero el ventilador en busca de chivos expiatorios no acabó aquí. Trump también disparó contra los gobernadores de los Estados, a los que acusa de no aprovechar la infraestructura y logística proporcionada por el gobierno federal. En relación a los tests, imprescindibles para asegurar que la reapertura no provoque una segunda ola pandémica, sostiene que los gobernadores demócratas «no quieren usar toda la capacidad que hemos creado. Tenemos una capacidad tremenda ... ellos lo saben, los gobernadores lo saben. Los gobernadores demócratas lo saben. Ellos son los que se quejan».

Dicho de otra forma: sus rivales políticos prefieren mantener colapsadas las economías locales, y permanecer en la ignorancia respecto al número de infectados, con tal de perjudicar a la Casa Blanca y, de paso, dinamitar las posibilidades de Trump de ser reelegido. Pero es que tampoco es cierto que EE.UU. haya logrado aumentar su capacidad de análisis al punto que reclaman los expertos. Sí, se realizan muchísimos más tests que hace unas semanas, pero la realidad dista mucho de ser similar a la de Corea del Sur o Singapur.

Y como escribe David Wallace Wells en New York Magazine, el país, en el mejor escenario imaginable, habría pasado apenas una duodécima parte de la epidemia. Hay que tener en cuenta que incluso si se hubiera contagiado el 5% de la población estaríamos ante un número «diez veces mayor que el número de casos conocidos», esto es, certificados como positivos por un laboratorio homologado.

Inmunidad de grupo

Unas cifras que estarían «en línea con las encuestas serológicas a gran escala realizadas en Holanda (donde la enfermedad ha sido relativamente generalizado), donde el 3% de la población tenía anticuerpos». Proyecciones similares para el Reino Unido arrojan un 5% o 6% de la población contagiada. Huelga decir que para lograr la inmunidad de grupo o rebaño resulta necesario que el total de habitantes expuestos a la enfermedad debe de estar entre el 60% y 80%. Y que apenas fueron necesario ese 6%, en el mejor escenario, para colapsar las redes sanitarias de ciudades como Nueva York, que cuenta con decenas de miles de camas hospitalarias y no menos de una docena de grandes hospitales.

Trump, entre tanto, prefiere no recordar que todavía en febrero celebraba la actuación del gobierno chino, con el que mantiene unas complicadas negociaciones económicas. O que en marzo aún minimizaba la peligrosidad del virus y la posibilidad de que llegase a EE.UU. Incluso cuando hacía semanas que el coronavirus había sido declarado como una pandemia por Naciones Unidas, el 11 de marzo, y de que países como Italia sufría ya una crisis sanitaria sin precedentes desde la gripe española de 1918, Trump todavía exclamaba su disposición de no tomar ninguna medida de confinamiento. También prometía que seguiría adelante con su calendario de grandes mítines políticos, que reúnen decenas de miles de espectadores congregados en pabellones por todo el país.

Todo esto mientras se multiplicaban los casos en el estado de Washington o la ciudad Nueva York, donde por cierto los muertos, ayer domingo, eran ya 13.157. Trump presume ahora de que nadie pudo imaginar lo que venía, que era imposible de predecir y que sólo los oportunistas insisten en que ellos ya avisaron. Pero en marzo el presidente de EE.UU, el mismo que minimizaba los riesgos, recibía a diario los informes de una inteligencia estadounidense, más y más alarmada por las noticias que llegaban de China y Europa, la opacidad del gobierno de Pekín y la evidencia de que el nuevo virus, para el que todavía no existe tratamiento o vacuna, podía ser tremendamente infeccioso y mucho más letal que la consabida gripe, a la que siempre aludía.

Trump y sus colaboradores, y sus terminales mediáticas, siguieron predicando que no había nada que meter mientras periódicos como el Washington Post, el Wall Street Journal y otros publicaron artículos de destacados científicos, algunos de ellos incluso habían trabajado con Trump en la Casa Blanca, donde avisaban de que EE.UU. no estaba tomando las medidas necesarias. Hoy, en el país que preside, hay ya más de 735.000 casos confirmados y cerca de 39.000 muertos.

Por si acaso la tentación en Washington es abrir demasiado pronto, los gobernadores insisten: son necesarias muchas más pruebas. S El republicano Larry Hogan, gobernador de Maryland, comentó en que CNN es «absolutamente falso» sostener, como ha hecho Trump, que «los gobernadores tienen muchas pruebas y deberían comenzar a trabajar en las pruebas, de alguna manera no estamos haciendo nuestro trabajo».