Donald Trump

"No puede ni atarse los zapatos": la sobrina de Donald Trump afirma que el presidente de EE UU tiene un deterioro cognitivo muy alto

Mary Trump advierte sobre el declive cognitivo

July 9 2025, Washington, District of Columbia, USA: President Donald Trump hosts a multilateral luncheon with African leaders, Wednesday, July 9, 2025, in the State Dining Room.Europa Press/Contacto/White House09/07/2025 ONLY FOR USE IN SPAIN
El presidente de EE UU, Donald TrumpCONTACTO vía Europa PressEuropa Press

Mary Trump continúa exponiendo sin tapujos lo que considera un evidente deterioro mental de su tío. En su programa de YouTube Trump Trolls Trump, la psicóloga no ha dudado en señalar su preocupación por la capacidad del presidente de EE UU, llegando incluso a afirmar que "no puede ni atarse los zapatos", un comentario que ha generado gran impacto mediático sobre su salud mental.

La autora del libro Demasiado y nunca suficiente ha comenzado su intervención calificando el gobierno de Trump como la "reina de la idiotez" de 166 días, reiterando su crítica sobre un supuesto "reinado de terror" que ha caracterizado la administración presidencial.

En su más reciente análisis, Mary Trump profundizó sobre la visita de Donald Trump al nuevo centro de detención de inmigrantes en Florida, conocido como "Alligator Alcatraz". Durante este evento, el expresidente mostró respuestas desconectadas y confusas, lo que para Mary representa una prueba contundente de su deterioro cognitivo espresando, incluso: "La pregunta no era si le gusta Florida" con visible confusión.

Mary describe a su tío como un "lumpen thuggish", un calificativo cuyo uso despectivo combina la marginalidad social (lumpen) con comportamientos agresivos, o violentos, que son propios de un matón (thuggish) y se refiere a sujetos cuyo respeto por las normas tiende a ser prácticamente nulo. Además, sostiene que está cada vez más desorientado, comparando su capacidad de atención con la de un niño pequeño. Sus críticas se extienden incluso a iniciativas comerciales como el lanzamiento de una fragancia denominada "victoria", que califica como un acto "grotesco" de aprovechamiento personal.

En un giro inesperado, la psicóloga reconoce cierta habilidad en Trump, argumentando que "es bueno mezclando su declive cognitivo con narcisismo", lo que sugiere una preocupación profunda sobre las potenciales consecuencias para la democracia estadounidense.

El deterioro cognitivo en figuras políticas de alto rango

El debate sobre la competencia cognitiva de líderes políticos no es exclusivo de Trump. Figuras como Joe Biden también han sido objeto de cuestionamientos similares, generando un amplio campo de discusión sobre la Regla Goldwater y los límites éticos de evaluar la salud mental de personalidades públicas.

De hecho, a lo largo del siglo XX y lo que va del XXI, varios líderes políticos de alto rango han mostrado signos de deterioro cognitivo mientras aún ejercían el poder. Uno de los casos más conocidos es el del presidente estadounidense Ronald Reagan, quien fue diagnosticado con Alzheimer en 1994, cinco años después de dejar la presidencia. No obstante, estudios retrospectivos detectaron patrones lingüísticos que podrían indicar un inicio temprano de la enfermedad ya durante su segundo mandato.

En el Reino Unido, el primer ministro Harold Wilson mostró indicios de deterioro cognitivo durante su segundo mandato en la década de 1970, siendo diagnosticado con demencia años después. Otros jefes de Estado, como el finlandés Urho Kekkonen, presentaron síntomas de declive cognitivo en el tramo final de sus funciones, generando debates sobre la transparencia y los límites del poder en situaciones de salud mental comprometida.

En el ámbito parlamentario, la senadora canadiense Joyce Fairbairn continuó ejerciendo su cargo y votando incluso tras ser diagnosticada con Alzheimer, lo que provocó una fuerte polémica pública. El senador estadounidense Strom Thurmond, por su parte, mostró claros signos de desorientación y confusión en sus últimos años en el Senado, aunque se mantuvo en el cargo hasta los 100 años.

Mientras tanto, el caso de Donald Trump continúa generando controversia alimentando un debate que divide aguas: mientras algunos ven en estas declaraciones un ejercicio de responsabilidad profesional, otros las perciben como un ataque personal motivado por rencores familiares, dejando al público en la difícil tarea de discernir entre la crítica legítima y la confrontación política.