Argentina
Polémica en Argentina tras la liberación de presos que vuelven a reincidir
Debido al hacinamiento y la pandemia el gobierno peronista decidió liberar más de 1000 presos
Debido a la expansión del Coronavirus y al hacinamiento, las prisiones se han convertido un foco de infección de la enfermedad. Durante las semanas pasadas hubo varios motines en distintas sedes carcelarias, los reclusos exigían medidas de higiene para no terminar contagiados. Hasta el momento el saldo es de diez muertos. Ante esta situación al igual que otros países de América Latina, Argentina optó por los indultos.
Gracias a un fallo de la Cámara de Casación bonaerense, más de mil delincuentes condenados salieron de la cárcel y hay otro grupo importante de reclusos que presentó recursos con el objetivo de recuperar la libertad o al menos ser beneficiados con prisión domiciliaria.
Concretamente en la provincia de Buenos Aires se concedió la excarcelación de un número estimado de 1.400 detenidos alojados en prisiones y comisarías. Además, están vigentes pedidos individuales de otros 1.300 presos.
Según números del Servicio Penitenciario Bonaerense, 644 detenidos de más de 65 años y casi 2.500 enfermos con diversas patologías. 233 de ellos estaban diagnosticados con tuberculosis, una enfermedad altamente infecciosa. Otros 476 detenidos y detenidas padecían HIV. En los listados había 54 madres con chicos y 22 embarazadas. En Argentina las cárceles están superpobladas, con un 20% más de la capacidad autorizada.
La iglesia al rescate
Al igual que lo hizo para contribuir a aliviar la capacidad del sistema de salud frente a la pandemia del coronavirus , la Iglesia ofreció sus casas de retiro y lugares de hospedaje para recibir a los presos que la Justicia envíe a prisión domiciliaria para evitar las condiciones de hacinamiento en las cárceles.
Así lo anticipó el obispo Juan Carlos Ares , presidente de la Pastoral Carcelaria del Episcopado, al reiterar que la Iglesia se ofreció a participar de un espacio de diálogo para resolver la crisis planteada en torno de la pandemia del coronavirus en las cárceles y la polémica que generó la liberación de detenidos.
"Por más que esté preso, una persona no pierde la dignidad" , dijo monseñor Ares, que es también obispo auxiliar de Buenos Aires y por su trabajo pastoral visita con frecuencia la cárcel de Villa Devoto, entre otras unidades penales. Las reuniones del Gobierno con las autoridades del penal y los presos se realizan en la capilla de la cárcel, pero la Iglesia no interviene ni participa de las negociaciones.
En su último pronunciamiento, cuando estallaron los motines en las cárceles bonaerenses de Florencio Varela, Batán y Marcos Paz -Buenos Aires-, los obispos de la Pastoral Carcelaria advirtieron sobre la crisis humanitaria y el hacinamiento, como dos problemas graves que vienen de arrastre. “En la provincia de Buenos Aires hay 52.000 presos, la mitad de los presos del país y no se construyen nuevas unidades. Solo María Eugenia Vidal –ex gobernadora- inauguró un nuevo penal en Campana para los presos que reciban su primera condena, pero eso no alcanza”, explicó el obispo.
Varias organizaciones de la Iglesia, como la pastoral carcelaria de la diócesis de Quilmes -provincia de Buenos Aires- y los Misioneros Claretianos, reclamaron "soluciones a la crisis humanitaria de los penales bonaerenses", después de conocerse el primer caso de coronavirus en la Unidad Carcelaria 42 de Florencio Varela.
Reincidentes, lobos en las calles
La polémica está en las calles después de que varios delincuentes excarcelados hayan vuelto a “las andadas”. Uno de los liberados volvió a robar, anteriormente le había arrojado una silla por la cabeza al juez que lo indagó. Se trata de Federico Benvenuto, de 33 años, quien dejó el penal de Marcos Paz el martes y ayer, fue atrapado tras asaltar una heladería.
Otro delincuente que fue liberado recientemente por la excusa del coronavirus volvió a ser detenido por la Policía de la Ciudad luego de que integrantes de su familia llamaran a emergencias para denunciarlo porque los había agredido físicamente.
El caso fue revelado por el secretario de Seguridad de la Ciudad, Marcelo D’Alessandro. “Hace una hora detuvimos a una persona que fue liberada en función del COVID porque tiene HIV. Estaba cumpliendo una condena por robo y violencia de género y hoy recibimos una denuncia en el 911 porque golpeó a sus sobrinos”, relató el funcionario.
El potencial otorgamiento de reclusiones domiciliarias a presos condenados en la Provincia de Buenos Aires, en el marco de la implementación de métodos preventivos para evitar contagios masivos de coronavirus en las cárceles, genera furia, terror y miedo entre las víctimas y sus familias.
Tal fue así que un hombre de la ciudad de Bahía Blanca -sur del país- advirtió que si la Justicia le llegara a otorgar el beneficio al violador de su hijo de 9 años, sobre quien pesa una condena aún no firme de 20 años, saldrá a hacer justicia por mano propia. El incriminado es José Luis Andersen, un catequista y ex miembro de la Policía local, que en septiembre de 2018 fue condenado a la pena de 20 años por abusar sexualmente de su ahijado de 7 años a mediados de 2017.
Otra pandemia
En paralelo varios países de América Latina como Bolivia, México o Perú, han optado por los indultos ante la pandemia. El último es Venezuela. Pero cuando la Ministra para el Servicio Penitenciario, abogada María Iris Varela Rangel, hace una semana, liberó a 382 presos del Centro Penitenciario de Tocuyito en el estado Carabobo, se activaron las alarmas y las críticas no se hicieron esperar. El episodio fue bizarro, digno de ese "realismo tétrico" que impregna al país boliviariano.
“Varela se sentó en la oficina del director y comenzó a revisar cada uno de los expedientes correspondientes a los reos beneficiados. Pasado el mediodía, paró 15 minutos para almorzar una ensalada de atún con galleta dietética. Ya entrada las 3: 30 pm, salió al patio central donde estaban los presos beneficiados. A cada uno fue llamando por su nombre y apellido para entregarle un acta que debían firmar. Los reclusos pasaban de lejitos frente a la ministra por las medidas sanitarias impuestas debido a la pandemia. A las 9 pm, salió del centro penitenciario y en las afueras fue aplaudida por familiares de presos”. Otro acto de populismo en tiempos de pandemia.
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