Desescalada

¿Cómo se regula el uso de la mascarilla en el mundo?

Las reglas varían desde la obligatoriedad de Alemania hasta la libertad absoluta de Reino Unido

Reapertura del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa
Trabajadores del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa en el Campus de Cantoblanco de la Universidad Autónoma protegidos con mascarillas y pantallas protectoras en la entrada a las instalacionesMarta Fernández JaraEuropa Press

El uso de la mascarilla se ha convertido en objeto de polémica tanto científico como político en medio. Después de semanas de pandemia, va imponiéndose el criterio de que es necesario su uso como medio para evitar el contagio, aunque no todos los gobiernos lo creen así. Por otro lado, las variantes normativas para su utilización se multiplican a medida que los distintos países avanzan en la desescalada. Estos son algunos ejemplos de lo que ocurre fuera de España.

Italia: solo en lugares cerrados

En Italia el uso de mascarillas es obligatorio en los lugares cerrados de acceso público como bares, restaurantes, peluquerías, tiendas o centros comerciales. Todos estos establecimientos volvieron a aceptar clientes el lunes, con la obligación de entrar con este elemento de precaución. Ya lo eran también en el transporte. Por la calle no son obligatorias en todo el territorio nacional, aunque sí aconsejables, y la gran mayoría de la gente las lleva. El número de contagios sigue en descenso, y el Gobierno dio potestad a las regiones de establecer sus propios criterios, por lo que en Lombardía o Sicilia sí que es imperativo también usarla al aire libre. En Cerdeña o Véneto asimismo se impone en la calle, en aquellos lugares donde no sea posible mantener al menos un metro de distancia. Las multas en Véneto a quien incumple la norma van de 400 a 3.000 euros. En estos casos quedan exentos niños menores de seis años o quienes estén haciendo deporte.

Alemania: obligatorias en comercios y en el transporte

Después de semanas de discusiones y diferencias entre los distintos estados, Alemania decretó el uso obligatorio de la mascarilla en los espacios públicos, tales como medios de transporte o tiendas, ya sean pequeños establecimientos o supermercados. Asimismo, deberá cubrirse boca y nariz en los museos y en determinados puntos de los aeropuertos donde, a partir de ahora, habrá otro tipo de controles, lo que hará más lento el proceso de embarque y desembarque. Se estima que la medida se mantendrá durante todo el proceso de desescalada, aunque hay excepciones a su uso entre los menores de seis años y aquellas personas que por patologías no puedan usarla. Las multas también se manejan de manera diferente en cada estado federado. Por ejemplo, Baviera castigará con 150 euros a quienes no lleven protección para la boca y la nariz en el transporte público o en las tiendas mientras que en Berlín no hay multa.

Francia: cada comercio impone sus normas

En Francia el uso de las mascarillas es obligatorio en los transportes públicos además de las escuelas, para profesores y alumnos a partir de la secundaria. Los niños de menos de 11 año están exentos. De hecho, suele ser habitual estos días en ciudades como París ver a patrullas policiales en metros y autobuses vigilando el cumplimiento de la norma. En los comercios su uso es “recomendado”, pero se deja en manos del comerciante aplicar sus propias reglas para su uso dentro del negocio. En las instituciones públicas su uso es obligatorio y en la calle, aunque no es obligatoria, se recomienda su uso y se exige cuando las circunstancias impidan mantener la distancia social.Dado el elevado número de víctimas, la Academia de Medicina nacional y otras instituciones médicas del país animan estos días a los franceses a llevarla en el espacio público, aunque no sea una obligación fuera de los casos de transportes y colegios.

El aeropuerto de Niza está ya señalizado para indicar a los viajeros la dirección por la que han de desplazarse y la distancia de separación que han de guardar
El aeropuerto de Niza está ya señalizado para indicar a los viajeros la dirección por la que han de desplazarse y la distancia de separación que han de guardarERIC GAILLARDReuters

Reino Unido: ninguna imposición de uso

Reino Unido es el país más afectado de Europa por el coronavirus. El número de muertos roza ya los 35.000. A nivel global, solo es superado por Estados Unidos. Sin embargo, el Gobierno de Boris Johnson no obliga a sus ciudadanos a llevar mascarillas. De hecho, especifica que éstas deben reservarse para los trabajadores clave, especialmente los sanitarios. La única recomendación que hay por parte de las autoridades es cubrirse la cara en transporte público y sitios cerrados, con excepción de los menores de dos años y aquellos que tengan riesgo de poder ahogarse. El Ejecutivo ha publicado una guía con pasos muy sencillos para elaborar una “mascarilla” casera a través de una camiseta de algodón. En cualquier caso, este remedio casero no tiene filtros. De momento, no hay guías sobre si profesores o alumnos tendrán que llevar mascarillas cuando se reanuden las clases a partir del 1 de junio. La reapertura de los centros es una polémica medida que ha enfrentado al Ejecutivo con los sindicatos de profesores. Downing Street implementó la semana pasada su estrategia de desescalada que, de momento, solo se lleva a cabo en Inglaterra, ya que Escocia, Gales e Irlanda del Norte han decidido ir a una marcha más pausada. El Gobierno solicita a todos los ciudadanos que puedan seguir trabajando desde casa que lo hagan. Al resto, sobre todo aquellos trabajadores de construcción y sector manufacturero, les pide que eviten el transporte en la medida que sea posible.

EE UU: deciden los estados

En Estados Unidos la decisión última respecto a las medidas de control corresponde a cada uno de los estados. El caso de las mascarillas no es distinto. En la ciudad de Nueva York, por ejemplo, todos los ciudadanos deben portar una cuando estén fuera de casa y no sean capaces de mantener la distancia de dos metros respecto a otros viandantes. En las últimas semanas las mascarillas han sido objeto de una enconada batalla entre los partidarios de extremar las precauciones y quienes consideran que han sido usadas como cebo para justificar los ataques a la libertad individual. Tanto Donald Trump como su vicepresidente, Mike Pence, se han mostrado reacios a llevarlas en público. Los Centros para el Control y Prevención de las Enfermedades recomiendan usarla en la calle y advierten de que no se debe poner a «niños pequeños menores de dos años» ni a «personas con problemas para respirar». Básicamente, añaden, «la mascarilla protege a otras personas en caso de que usted esté infectado». Hace ya más de un mes que el doctor Anthony Fauci, el principal experto de Trump, explicó que «si todo el mundo lleva mascarilla, nos protegemos mutuamente». Pero las recomendaciones han ido variando con el tiempo, y nadie olvida que durante semanas la Casa Blanca, asesorada por expertos como Fauci, dudó públicamente de la necesidad de portar mascarillas e incluso desaconsejó la compra de los modelos más sofisticados ante el miedo a desabastecer a unos hospitales fuertemente presionados por la crisis de existencias.

China: Pekín levanta la obligatoriedad

Han tenido que pasar cuatro meses para que los ciudadanos de Pekín puedan salir sin mascarillas a la calle. El gigante asiático ha relajado por fin esta medida -posible siempre que se mantengan las distancias de seguridad-, a tan solo cinco días del comienzo de la Asamblea Nacional Popular, un evento al que acudirán 3.000 delegados del Partido Comunista de diferentes partes del país. Aunque todos ellos deberán usarlas en el interior del Gran Palacio del Pueblo, la eliminación de esta norma confirma la tan ansiada vuelta a la normalidad. Aun así, y con tan solo 85 nuevos casos positivos en todo el país, según el Centro de Prevención y Control de Enfermedades, los ciudadanos del país asiático no bajan la guardia y estos días se podía ver a muchos pequineses con la cara todavía cubierta. Una regla que, gracias a la costumbre de usarlas por la contaminación y la experiencia previa con los brotes de SARS y H1N1, no fue tan difícil de implementar.

Con información de Ismael Monzón (Roma), Rubén G. del Barrio (Berlín), Celia Maza (Londres), Victoria Pascual (Hong Kong), Carlos Herranz (París) y Julio Valdeón (Nueva York)