Amenaza nuclear

Beirut en 2020, Cádiz en 1947

Una explosión muy similar a la de la capital libanesa, con idéntico número de muertos, se produjo en Cádiz en 1947. La causa fue la misma negligencia

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InfografíaTania Nieto

Lo más parecido con la explosión sucedida el pasado día 4 en Beirut es la del Polvorín de la Armada en Cádiz, el 18 de agosto de 1947. Un total de 1.600 minas cargadas con trilita saltaron por los aires en el Almacén nº 1 de la Base de Defensas Submarinas, a unos centenares de metros de la estación de ferrocarril. La explosión fue visible desde Ceuta y audible desde Sevilla y Huelva. Murieron 150 personas, entre ellos, 26 niños de la Casa Cuna, y gracias a las murallas que protegieron la ciudad vieja la desgracia no fue aún mayor.

El riesgo de que se podía producir una explosión accidental lo advirtió el teniente coronel de armas navales, Manuel Bescós, en 1943, pero no se tuvo en cuenta. La posible amenaza de una invasión aliada desde el norte de África obligó a que se concentrasen en la zona hasta 2.265 minas. Esa noche iba a cantar en Cádiz Antonio Machín.

La investigación militar determinó en 1950 que se desconocían las causas de la explosión. Accidentales o voluntarias, las bombas están hechas para destruir, para causar el mayor daño posible en el enemigo y el menor en quien las lanza. Hay algo simbólico en una explosión, ejemplo de desolación e imposibilidad de luchar contra esa masa de fuego y metralla.

La explosión de Cádiz fue 18 veces mayor a la llamada Madre de todas las Bombas que EE UU arrojó en Afganistán el 13 de abril de 2017, lo que indica por qué todavía los gaditanos que vivieron aquel suceso no pueden olvidar aquel cielo rojo. Pero si hay un artefacto que nació para aterrorizar es la llamada Bomba del Zar.

Un punto extravagante, de Serie B, la creó la URSS para demostrar a EE UU su predominio en la guerra nuclear. De 57 megatones (1 megatón es equivalente a 1.000 kilotones; las bombas de Hiroshima y Nagasaki tenían entre los 15 y 20 kilotones), fue arrojada en 1961 sobre Nueva Zembla, un archipiélago del mar de Barents. Estaba previsto que tuviese 100 megatones, pero temían que se les fuera la mano... Su hongo ascendió a 63 kilómetros de altura. Su sentido propagandístico era innegable: fue arrojada el 30 de octubre de 1961, coincidiendo con el 22º Congreso del PCUS. El Premio Nobel de Paz Andréi Sájarov fue uno de los físicos que trabajaron en el artefacto.