Elecciones en EEUU 2020
El voto afroamericano decide el futuro de Biden
La movilización de los negros tras la muerte de George Floyd y las protestas del Black Lives Matter, las últimas en Filadelfia, pueden cambiar el mapa político de Estados Unidos
El voto afroamericano suele inclinarse del lado demócrata. Pero todos en cuartel general de Joe Biden tienen presente lo que le sucedió a Hillary Clinton en 2016, cuando la caída en la afluencia de votantes negros perjudicó seriamente sus posibilidades de victoria. Los demócratas sacaron muchos más votos que los republicanos, pero resultó crucial aquel descenso respecto a los años de gloria de Barack Obama y Bill Clinton, cuando el apoyo rozó el 90%. De momento los afroamericanos parecen decantarse por Biden en porcentajes superiores al 80% mientras que Donald Trumpapenas cosecha un 10%.
Y si algo demuestra la historia es que los negros, y sobre todo los ciudadanos negros del sur de EE UU, pueden cambiar el mapa electoral. Entre otras cosas, como recordaba recientemente “The Washington Post”, porque la carrera está abierta de par en par en varios estados.
En Texas las sorpresas apuntan de la mano de una participación récord en las grandes ciudades. O sea, allí donde los votantes, más jóvenes y diversos, votarían demócrata. En otros estados la llave de la victoria podría recaer, de forma notable, en la población afroamericana. Un grupo que acostumbra a votar con más conciencia identitaria y que, por cuestiones relacionadas con las desigualdades de renta y nivel de estudios, rara vez participa con el fervor de otros conciudadanos.
Citaba Robert Green II, historiador y profesor en la Universidad de Caflin, el precedente de 1976, cuando Jimmy Carter, un cristiano evangélico de Georgia, obtuvo hasta el 95% de los votos negros a nivel nacional. Gracias a eso, Carter, inflexible en su denuncia de la segregación, detuvo de forma momentánea la consolidación del Sur como granero de papeletas republicanos. Pronto, en 1980 con Ronald Reagan, ya fue imposible detener la sangría.
Medio siglo más tarde vuelve a resultar factible que un demócrata tenga posibilidades en enclaves icónicos del Sur. Pero el debate racial, las polémicas sobre la violencia policial, las denuncias de desigualdad, malos tratos y peor praxis, y el supuesto racismo institucionalizado, la eclosión de movimientos tan radicales e incendiarios como Black Lives Matter, y las imágenes de miles de personas enfrentadas a la Policía actúan también en contra de Biden.
Estimulan el voto negro en favor de los demócratas, aunque no de forma masiva, mientras que amenazan con lograr que muchos indecisos, blancos en los suburbios, apuesten por Trump. E igual que 1976 y Richard Nixon son precedentes cruciales para entender la importancia del voto negro, 1968 y la retórica nixoniana también recuerdan que como las algaradas callejeras, las tensiones raciales y el miedo premian a los candidatos blasonados como protectores de la ley y el orden. Lo hizo Nixon tras los asesinatos de Martin Luther King Jr. y Robert Kennedy; y lo ha repetido Donald Trump en 2020.
De hecho, cuanto más ambiguos han sido los mensajes del campo demócrata, especialmente aquellos relacionados con los cuerpos de policía y las enloquecidos llamamientos a cortarles los fondos, más sube Trump en los sondeos. «No estaréis seguros con Biden de presidente», dijo el vicepresidente, Mike Pence, hace unas semanas, para a continuación recordar que «No vamos a cortar los fondos de la policía».
Sus palabras resuenan de nuevo después de que otro hombre negro, Walter Wallace Jr., fuese tiroteado hasta la muerte por la policía de Filadelfia. En su ciudad las calles han vuelto a llenarse iracundos manifestantes. Las imágenes de los saqueos han regresado a los noticieros, donde la violencia repone su sintonía de fuego y escaparates rotos que envenena la psique nacional desde el pasado 25 de mayo. Cuando la muerte del ciudadano George Floyd desencadenó un maremoto de protestas. Entrevistado por Chris Cuomo en la CNN, el padre de Wallace ha dicho que no quiere que los saqueos ensucien el recuerdo de su hijo. En su nombre ha pedido el cese inmediato de la violencia.
«Denle una oportunidad a mi hijo y a mi familia como si fuéramos gente decente. Respeten a nuestra familia y recen por nosotros. Pero basta. Los saqueos no traerán de vuelta a mi hijo. En todo caso empeorarán las cosas en vez de mejorarlas».
No está claro que su mensaje haya resonado. Como sucedió en el caso de Floyd, la corriente de indignación y solidaridad mutó en favor de los grupúsculos de alborotadores. Ha requerido la participación de la Guardia Nacional. Si el ex vicepresidente, Joe Biden, aspira a mantener su ventaja necesita alejarse del carnaval de furia y, sobre todo, de esas celebridades y esos políticos su previsible catarata de llamamientos para arruinar a la policía. «Creemos en la ley y el orden, le espetó Trump durante primer debate presidencial, en Cleveland, y ni siquiera puedes decir las palabras porque si las dices perderás a todos tus partidarios radicales». Biden le respondió que siempre ha estado enfrente de quienes piden estrangular los fondos de la Policía. «Me opongo totalmente a retirar fondos a los agentes de Policía. Necesitan más ayuda». También culpó a Trump de alimentar el odio, surfear la ola de disturbios y «echar gasolina al fuego». También está la cuestión de que lleva como candidata a vicepresidente a una ex fiscal, Kamala Harris, acusada de draconiana y dura por la izquierda. En las horas posteriores a la muerte de Floyd, con Mineápolis en llamas, el presidente escribió que «estos matones están deshonrando la memoria de George Floyd, y no dejaré que eso suceda. Acabo de hablar con el gobernador Tim Walz y le dije que las Fuerzas Armadas están con él todo el tiempo. Cualquier dificultad y asumiremos el control porque, cuando empieza el saqueo, empieza el tiroteo. ¡Gracias!».
Entrevistada a finales de agosto en la Fox, Kellyanne Conway, durante mucho tiempo una de las consejera claves de Donald Trump, comentó que «cuanto más reina el caos, la anarquía, el vandalismo y la violencia, más fácil es deducir quién es el mejor candidato en materia de seguridad pública y orden público».
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