Transición en EE UU

Un presidente sin brújula moral

Carolyn Dudek, profesora y presidenta del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Hofstra, analiza el fin de uno de los ciclos más convulsos de la historia de EE UU

Seguidores del presidente Donald Trump se manifiestan en el Capitolio de la ciudad de Oklahoma
Seguidores del presidente Donald Trump se manifiestan en el Capitolio de la ciudad de OklahomaSue OgrockiAP

Desde las pasadas elecciones del 3 de noviembre, el presidente Trump ha demostrado el tipo de persona que es realmente. Un hombre sin brújula moral y que carece de la gracia y la dignidad para aceptar la derrota. Lo peor de todo para un presidente de Estados Unidos es alguien que no valora la democracia. Aún en la noche de las elecciones, cuando los votos no terminaban de contarse, declaró su victoria. Incluso entonces envió a sus seguidores a protestar. Los partidarios de Trump en Arizona corearon “contad los votos”, mientras que en Pensilvania y Georgia exclamaron “detened el conteo”.

Esos cánticos sin sentido eran un presagio de lo que estaba por llegar. El día que los votos del Colegio Electoral iban a ser validados en el Congreso, una turba intentó un golpe de estado y atacó el Capitolio de los Estados Unidos alegando juego sucio, mientras Trump los alentaba a hacerlo y no llamó a la Guardia Nacional para proteger el Capitolio mientras estaba siento asaltado. El republicano no reapareció hasta que el presidente electo Joe Biden pidió a Trump que hablase con el pueblo en la televisión nacional. El magnate declaró su amor por esos criminales que “profanaron” la capital de la nación, y aún así no aceptaría el resultado de las elecciones.

Lo ocurrido el pasado 6 de enero no fue un incidente aislado. Un día antes del intento de golpe, Trump llamó al Secretario de Estado de Georgia pidiéndole que “encontrara” 11.780 votos. Una solicitud ilegal. El secretario de Estado, Brad Raffensperger, grabó la llamada telefónica y se aseguró de que el abogado que tenía junto a él estuviera en la llamada, ya que Raffensperger seguramente sabía que podría verse empujado a una situación legal cuestionable. El mundo podía escuchar a Trump intentando revertir las elecciones usando favores políticos y amenazas. Esta llamada fue similar a su llamada telefónica “perfecta” con el presidente ucraniano, que dio lugar a un juicio político. Trump había tratado de usar su posición como presidente para buscar ayuda de una potencia extranjera para encontrar trapos sucios de un rival político, lo cual es algo ilegal. Sin embargo, los republicanos miraron hacia otro lado por sus logros políticos. El partido de la ley y el orden se vendió para preservar su agenda social y económica.

Trump se centró únicamente en él mientras los estadounidenses estaban siendo devastados por una pandemia y millones de ellos se quedaban sin trabajo. Solo buscaba permanecer en el cargo y mantener el poder. Todo el tiempo vendiéndose a sí mismo como “para el pueblo”. ¿Que gente? La voluntad del pueblo por Trump es su retórica populista de que él solo representa a la gente “buena”. Los populistas definen el mundo entre las élites corruptas y la gente “buena”. Después de lo sucedido en el Capitolio, obviamente está claro que Trump es la élite corrupta, y las personas a las que incitó a asaltar la capital no son buenas personas. Trump y sus seguidores prefieren descartar la democracia para lograr sus objetivos políticos. Todos los políticos tienen objetivos en política, pero esos desafíos nunca deben estar por encima de la protección de la democracia. Cuando un líder reclama la victoria antes de que se cuenten los votos y todas las medidas objetivas sugieren lo contrario, es algo que debería generar preocupación. Después de más de 60 casos judiciales, varios recuentos manuales de votos y que no se encontraron pruebas de fraude, ¿qué puede explicar la indignación de los seguidores de Trump? Todo es porque Trump y sus partidarios en las redes sociales avivaron las llamas de la conspiración y las mentiras. Con un total desprecio por lo que debe ser correcto, continuaron su cruzada contra la democracia y la verdad. Todo el tiempo Trump ha jugado con los “medios falsos” y ha difundido una realidad alternativa que simplemente no es cierta. Tildó las elecciones de “amañadas” antes de que se emitiera el primer voto.

Como dijo Joe Biden con tanta elocuencia, las palabras del presidente pueden inspirar o incitar. Trump optó por incitar. Su legado será recordado como el de un presidente que amenazó la principal base de Estados Unidos: la democracia. Miró hacia otro lado cuando la ciencia nos dijo que estuviéramos atentos a una pandemia que ha arrebatado hasta ahora más de 365.000 almas. Sin embargo la covid no se llevó el alma de Trump, básicamente porque no lo tiene.

Carolyn Dudek es profesora y presidenta del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Hofstra