Y además
Qué esperar de la Presidencia de Biden
El panorama para Estados Unidos parece sombrío, pero eso podría cambiar rápidamente
Joe biden ha soñado con mudarse a la Casa Blanca desde al menos 1987, cuando se postuló por primera vez para ser presidente. Cómo habrán diferido esos sueños de la realidad ocurrida esta semana. El número oficial de muertes estadounidenses por covid-19 ha superado las 400.000. Después de los primeros 100 días de su Presidencia, podrían superarse los 500.000 fallecidos. Millones de estadounidenses han perdido sus trabajos. En lugar de observar el triunfo de la democracia en Europa del Este desde el Despacho Oval, como lo hizo el vencedor de las elecciones en 1988, Biden debe lidiar con la decadencia democrática en casa. No es un comienzo auspicioso. Sin embargo, por poco probable que parezca, en los próximos meses la vista desde 1600 de la Avenida Pensilvania podría mejorar drásticamente.
La mejora de Estados Unidos comienza con el control del virus. La meta de vacunar a la población será una operación formidable que pondrá a prueba la capacidad de cooperación de las burocracias federal, estatal y local. Una campaña hábil como la que el gobierno federal planeó para erradicar la polio salvaría muchas vidas. Sin embargo, incluso un programa de vacunación imperfecto supondrá una gran diferencia cuando la primavera se convierta en verano. Un clima más cálido y, por lo tanto, pasar más tiempo al aire libre también ayudará. La covid-19 se propaga exponencialmente. Pero una vez que el número de personas infectadas por cada persona cae por debajo de uno, también se disipa exponencialmente.
Esto, a su vez, ayudará a la recuperación económica de Estados Unidos. Aunque el mercado laboral está tan deprimido como cuando Biden asumió el cargo de vicepresidente de Barack Obama en medio de la crisis financiera, esta recesión es muy diferente. El ingreso real disponible ha aumentado, probablemente, a su tasa más rápida en dos décadas en 2020, una medida del enorme paquete de estímulos inyectado a la economía por parte del Gobierno federal. El sistema bancario parece sólido. Y el dolor económico no es generalizado, sino que se concentra entre los trabajadores de empresas que dependen de amontonar a muchas personas en espacios reducidos. Muchos de ellos encontrarán nuevamente demanda a sus servicios una vez que salgan de un año de hibernación.
El equipo de Biden tiene previsto otro estímulo fiscal de 1,9 billones de dólares, lo que eleva el apoyo presupuestario total desde la pandemia al 27% del PIB anterior a la crisis, aprovechando que el Gobierno federal puede pedir prestado prácticamente sin costo alguno. Es posible que no pueda pasar todo eso por el Senado, si no está claro que la economía lo necesita. Pero incluso una versión reducida de la oferta de Biden —más dinero para la distribución de vacunas, extender el seguro de desempleo y expandir los créditos tributarios por hijos— tendría grandes efectos. El cambio del crédito fiscal por sí solo, podría reducir a la mitad la pobreza infantil.
En cuanto a la crisis política que requirió el despliegue de 25.000 soldados durante la toma de posesión de Biden, sus causas no desaparecerán pronto. El Partido Republicano que se organizó en torno a un principio de lealtad a un hombre que no tiene lealtad a nada más que a sí mismo, un peligroso mimo de las facciones racistas y de apuesta por los hechos alternativa. Es fenómeno que lleva décadas de proceso. El FBI está investigando las amenazas del terrorismo doméstico. El expresidente es un ciudadano que podría postularse nuevamente para el cargo en 2024, asumiendo que el Congreso no le prohíbe hacerlo después de su juicio político. Por eso el señor Biden en su toma de posesión dejó claro su apoyo al Estado de derecho y la igualdad racial, referencias que en otro momento podrían sonar como lugares comunes.
Este tono ayudará a bajar la temperatura de la política estadounidense, lo que podría abrir otras posibilidades. Si logra trabajar conjuntamente con los republicanos ansiosos de que el Congreso ejecute las cosas, es posible que Biden aún pueda aprobar un proyecto de ley de infraestructura y algo sobre el cambio climático, así como su paquete covid-19. En los libros de texto, se explica que la democracia implica resolver problemas mediante compromisos y gestión de conflictos en las elecciones. Con un presidente inclinado a formar una coalición, una parte de ese espíritu podría regresar a Washington. Los votantes pueden incluso preferirlo a una guerra partidista las 24 horas.
Eso es lo que debe suceder. Estados Unidos se enfrenta a desafíos que requieren de la ayuda del Gobierno federal, no solo que se les abra el camino. Estados Unidos ha hecho un peor trabajo de todos los países ricos a la hora de tratar de mantener abiertas los colegios. Las matriculaciones han disminuido, lo que sugiere que muchos niños han abandonado la educación. Las tasas de mortalidad más altas están entre los afroamericanos y los hispanos y eso supone un recordatorio de que la salud está relacionada con el color de la piel. Cuatro años de Donald Trump han vaciado instituciones y debilitado los controles contra la corrupción. Su acto de despedida fue indultar a un médico condenado por beneficiarse de la realización de tratamientos oftalmológicos innecesarios a cientos de pacientes ancianos. Rescindió su propia orden ejecutiva que impedía que los funcionarios de su Administración trabajaran como lobbistas.
Los últimos cuatro años también han creado un problema para Estados Unidos en el extranjero. En su cabeza, los líderes internacionales saben que las fuerzas que llevaron a Trump a la Presidencia podrían regresar con un futuro presidente, por lo que cualquier acuerdo que cierren los diplomáticos estadounidenses corre el riesgo de parecer temporal. La política exterior de Biden también requerirá una serie de concesiones difíciles. Su equipo necesita la cooperación del Gobierno ruso para firmar una extensión del tratado New Start sobre armas nucleares, que expira el 5 de febrero. Sin embargo, ese mismo Gobierno acaba de encerrar al político opositor más destacado, Alexei Navalni, después de intentar matarlo por primera vez. Necesitan la cooperación de China sobre el cambio climático, a pesar de que China está involucrada en lo que la Administración saliente acaba de etiquetar como “genocidio” contra los uigures en Xinjiang.
Esquinas complicadas en el Despacho Oval
Muchas cosas pueden salir mal. Los republicanos del Senado pueden oponerse a todo lo que sugiera Biden simplemente porque es demócrata. La izquierda de su partido puede revolverse contra él por tratar de hacer tratos con los republicanos. La política ha sido simple durante la Administración Trump, que a menudo se trataba de azuzar luchas partidistas que de solucionar los problemas de Estados Unidos. Comprometerse con la realidad es mucho más difícil, especialmente cuando los acontecimientos te golpean.
Para tener las mayores posibilidades de éxito, Biden debería ceñirse a su estilo campechano de centrismo tenaz que se adapta tan bien al momento. Los aliados occidentales deben ser pacientes y no esperar una transformación milagrosa de la noche a la mañana. El regreso de la moderación a la Casa Blanca será solo el primer paso de un largo viaje, pero es necesario, para la renovación de Estados Unidos.
© 2021 The Economist Newspaper Limited. Todos los derechos están reservados. Desde The Economist, traducido por R. Colomer bajo licencia. El artículo original en inglés puede encontrarse en www.economist.com
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