Campaña de desinformación

EE UU ya avisó de la injerencia rusa en el “procés”

El Departamento de Estado y otros informe revelaron que el Kremlin creó en 2017 una red de «bots» para promover las tesis de los secesionistas catalanes en las redes sociales

La ciberdelincuencia es un fenómeno en crecimiento que hay que combatir EFE/ Oliver Berg
La ciberdelincuencia es un fenómeno en crecimiento que hay que combatir EFE/ Oliver BergOLIVER BERGAgencia EFE

Las palabras del ministro de Exteriores ruso, Serguei Lavrov, que ha comparado la situación de los políticos catalanes condenados por sedición y malversación de fondos con la del opositor Alexei Nalvani, han servido para recuperar lo sucedido en 2017. Cuando los gobernantes autonómicos de Cataluña lideraron una insurrección golpista. Y cuando, según un informe del Departamento de Estado, el Kremlin, mediante una red de «bots», dio publicidad a las tesis secesionistas.

Nada nuevo. Rusia ya había sido acusada de participar en las maniobras para influir en las presidenciales de 2016 en EE UU, para lo que un ejército de espías, piratas informáticos y granjas de «bots» habrían tratado de propiciar el triunfo de Donald Trump, el candidato que juzgaban más favorable para sus intereses.

La maniobra de desestabilización, la apuesta por el líder populista, el constructor y estrella de la telerrealidad que amenazaba la estabilidad del sistema con sus tendencias autocráticas, sus piropos a regímenes autocráticos, incluido el ruso, y su mensaje corrosivo, volvió a repetirse en la Cataluña del «procès».

Lo corroboró otro informe, en este caso del Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE), del Ministerio de Defensa. Aquel análisis de tendencias geopolíticas a escala global daba por hecho que Moscú trabajaba para jalear la propaganda y las mentiras nacionalistas, desde la disparatada idea de que los cabecillas del golpe fueron procesados por sus ideas políticas hasta las infundadas denuncias por violencia policial, que nunca llegó a producirse, o los llamamientos y apelaciones a una supuesta legitimidad del secesionismo que solo habría sido admisible si Cataluña, en lugar de una comunidad autónoma española, fuera algo así como una colonia subsahariana en pleno proceso de independencia.

De fondo, alertaban tanto los funcionarios estadounidenses como el Ministerio de Defensa Español, borboteaba el intento de poner en jaque tanto a España como, de forma más profunda, a la UE y la OTAN. Qué mejor forma para lograrlo que apoyando los intentos por subvertir y finalmente abolir la legalidad constitucional en la cuarta economía de la zona euro, sometiendo al sur de Europa a un tsunami antidemocrático imprevisible.

Josep Baqués, profesor de la Universitat de Barcelona, que dirigió aquel informe, explicó que a diferencia de China, que penetraría nuestros mercados de forma pacífica y amable, Rusia, aprovecharía «el órdago catalán para desestabilizar, empleando para ello una política destinada a generar confusión desde las redes sociales, en una línea similar a la utilizada para influir en las recientes elecciones de EE UU».

Aunque explicaba que Moscú no tiene «intereses directos en España, pues ni siquiera somos dependientes del gas ruso, a diferencia de lo que ocurre, con la mayor o menor claridad, al norte de los Pirineos, Moscú aspira a fomentar las desavenencias en Cataluña para de ese modo debilitar a un miembro de la OTAN».

El informe también avisaba que este tipo de intervenciones podría repetirse en el futuro contra otros Estados europeos, pues las tendencias centrípetas no son, ni mucho menos, privativas de España. Un país donde, de paso, alertaban que podría ser objeto de nuevas iniciativas similares para favorecer el secesionismo en otros lugares del Estado.

Estos informes distaban de ser los únicos en profundizar en el papel desempeñado por Rusia. La Universidad George Washington también publicó un análisis donde detalla que varios medios cercanos al Kremlin habrían dado pábulo en las redes sociales a varias cuentas próximas al chavismo, que en los días posteriores al 1 de octubre dedicaron buena parte de su actividad a la guerra de propaganda contra el Estado español. En las páginas del «Washington Post», el investigador de la George Washington Javier Lesaca recordó que «el 1 de octubre, el hashtag #Catalanreferendum fue durante 12 horas la conversación más popular a nivel mundial en Twitter». «El referéndum de independencia de Cataluña se convirtió en un tema de actualidad en todo el mundo.

Como era de esperar, los enlaces, publicaciones y artículos de los medios de comunicación españoles fueron los más viralizados en la conversación digital». El analista explicó que este tipo de campañas de agitprop planteaban varias cuestiones esenciales. Para empezar había que dilucidar quien estaba detrás de la «tropa de zombis digitales» y preguntarse por qué habrían dirigido su atención de forma prioritaria a «difundir noticias de una crisis institucional dentro de la UE».

Se cuestionaba por los intereses ocultos y también por si era posible que quienes fomentaban esta campaña estuvieran también invirtiendo en otras campañas publicitarias. «¿Este ejército anónimo ha estado involucrado en otras batallas digitales en Europa o Estados Unidos?», escribió, para a continuación preguntarse si los zombies digitales, y las manos que los mecían, no estarían «influyendo en las principales crisis institucionales y de gobernanza en todo el mundo».