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Campaña de odio

La mentira tras la decapitación de Samuel Paty

La joven que denunció al profesor francés asesinado por mostrar las caricaturas de Mahoma no acudió a clase aquel día. “Fui estúpido”, reconoce ahora el padre, que lanzó una virulenta campaña contra Paty

El brutal asesinato del profesor Samuel Paty en octubre conmocionó a la sociedad francesa Lewis JolyAP

El padre y la hija de 13 años que lanzaron la campaña de odio que acabó con la terrible decapitación del profesor Samuel Paty el 16 de octubre en las cercanías de su escuela en Conflans-Sainte-Honorine al noroeste de París, mintieron. Así lo ha confesado la alumna, afirmando que no estaba presente en el aula el día que el maestro de Historia y Geografía impartió una clase sobre libertad de expresión.

Un mes después del asesinato, la alumna fue puesta bajo custodia policial, acusada de denuncia calumniosa, e interrogada por un juez antiterrorista. Había asegurado que el profesor la invitó a salir de clase antes de mostrar las caricaturas. Pero después, tal y como se ha sabido ahora, reconoció que lo que dijo era falso.

«Mintió porque se sintió atrapada en una cadena de acontecimientos porque algunos de sus compañeros le habían pedido que fuera su portavoz», dijo a la agencia France Presse su abogado, Mbeko Tabula. «Había un verdadero malestar y ella se sintió obligada a añadir para hacer valer el mensaje», matizó el jurista.

Basándose en el testimonio de la adolescente, su padre presentó una denuncia contra el profesor y lanzó una virulenta campaña en las redes sociales contra el docente con la ayuda del activista islamista Abdelhakim Sefrioui. Ahora, los dos hombres, acusados de «complicidad en asesinato», están en prisión preventiva. El padre dice ahora que se arrepiente. «Fui estúpido. Le debo la verdad a esa familia, al Señor Paty y a toda Francia», confesó hace algo más de un mes delante del juez, en un inesperado cambio de versión.

Paty, de 47 años, fue asesinado tras haber mostrado –días antes– las caricaturas de Mahoma del «Charlie Hebdo» en una clase de secundaria sobre libertad de expresión, en un crimen que conmocionó a toda Francia. Su verdugo fue Abdullakh Anzorov, un joven de 18 años de origen checheno, que fue abatido por la Policía. La acusación de la estudiante había provocado una campaña de presión y acoso contra el profesor que desembocó en su asesinato.

Varios de sus compañeros ya habían confirmado en su momento a los investigadores que ella no había estado en clase el día que se mostraron las caricaturas. El atacante, enterrado en Chechenia en diciembre, había reivindicado su acto en un mensaje de audio en ruso en el que decía haber «vengado» a Mahoma, reprochando al profesor haberlo «mostrado de manera insultante».

Desde el ataque contra una escuela judía en Toulouse en 2012, Francia ha sufrido 54 actos de terrorismo islamista, con un balance de 290 muertos. La decapitación de Paty no fue el primer asesinato con este método, pero sí el primero en golpear el pilar fundamental de la República, la escuela. Por primera vez, la víctima era un profesor que hacía su trabajo: educar en el espíritu crítico. «Liberté, égalité, fraternité» son los principios republicanos inscritos en la fachada de la escuela de Paty y de todas las escuelas de Francia. Un credo máximo republicano que el terror yihadista tiene en su punto de mira.

El ataque a «Charlie Hebdo», que había publicado caricaturas de Mahoma y no se refrenaba ante las burlas de cualquier religión, fue un electrochoque para la sociedad francesa. En Francia, en el siglo XXI, se podía morir por publicar unos dibujos. Todo esto es lo que intentaba explicar a principios de octubre Paty a los alumnos de 13 años en una clase con epílogo funesto.

Desde entonces, en el medio educativo se ha creado un fuerte debate entorno al temor que muchos tienen a raíz de aquel crimen: la autocensura entre los educadores. Un debate muy similar al que afectó a la Prensa tras los atentados de 2015.

La ley anti radicalismo divide a los musulmanes

El proyecto de ley para combatir el islamismo radical fue adoptado hace tres semanas por los diputados franceses de la Asamblea Nacional y desde entonces la comunidad musulmana vive dividida entorno a su contenido. En la ley se refuerzan las medidas de control sobre asociaciones, sobre la enseñanza a domicilio y la financiación de lugares de culto. Mientras los sectores más progresistas de la comunidad musulmana francesa lo apoyan, otros lo tachan de una «excusa» para atacar a los musulmanes. Con esta ley, el presidente Emmanuel Macron pretende luchar contra aquellos que «quieren establecer una sociedad paralela donde se enseñan principios contrarios a la República».
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