Análisis

“En Colombia hay una guerra fratricida entre una parte de la sociedad y otra”

El analista Rodrigo Pombo responde las preguntas de LA RAZÓN tras diez días de protestas y disturbios en el país latinoamericano

Enfrentamientos en las calles de Bogotá
Enfrentamientos en las calles de BogotáFernando VergaraAP

Rodrigo Pombo, analista y abogado colombiano, desgrana para LA RAZÓN las claves del conflicto social y político que está sufriendo el país latinoamericano.

¿Las protestas en Colombia están lejos de terminar? ,¿cuál es el origen de esta ira popular?

La manifestación popular, tanto la violenta como la no violenta, está llamada a quedarse en las calles. Las razones son básicamente las siguientes: la primera es que es un un movimiento que tiene una característica muy propia de hacer valer sus pretensiones, de manera bastante anárquica, y en la irresponsabilidad etimológicamente hablando; es decir, esta gente, como diría José Ortega y Gasset, que hace parte de una gran masa amorfa, asexuada, inolora e incolora, lo único que tiene claro es que para poder gobernar debe sustituir los poderes legítimos como el Congreso, como el presidente de la república y sus ministros, etc.

La irresponsabilidad genera un incentivo perverso en virtud del cual lo que realmente importa es desplazar el poder legítima y constitucionalmente constituido por el poder de las calles, el poder de la manifestación. Segundo, se trata de llegar a poder imponer una agenda cultural, económica y política sin el desgaste que genera el gobierno.

Esa es la forma cómo la ínfima minoría se termina convirtiendo en el gran centro del poder. Tumban ministros, seguramente están detrás de la cabeza del presidente, sustituyen al Congreso en la formulación de políticas públicas, evitan gastos públicos, imponen gasto público, etc. Y lo hacen de manera disipada e irresponsable, sin poner las cara, sin líderes concretos y determinados, y eso hace que se vuelva en un incentivo perverso para mantenerse indefinidamente en las calles porque allí alcanzan los propósitos más eficazmente.

Iván Duque ha puesto en marcha una vía de diálogo, ¿puede sofocar la protesta?

Esta es una manifestación violenta de base con no pocos argumentos de legitimidad social dadas las inclemencias que produjo la pandemia del covid. Y esta manifestación v no es solamente contra el Gobierno de Iván Duque. Es una manifestación que enfrenta a la sociedad. Desde las elecciones del 2 de octubre de 2016 y el acuerdo de Santos con las FARC, Colombia quedó irremediablemente dividida en dos grandes facciones y una pequeña facción tercera que es la que de manera irresponsable, antidemocrática, muy propia del socialismo de siglo XXI, irrumpe de manera violenta para generar el caos. Al tratarse de una manifestación de una parte de la sociedad contra otra parte de la sociedad, en el marco de una división irremediable y gigantesca de la sociedad colombiana, este o cualquier otro gobierno democrático es la gran víctima de este conflicto. Porque hay dos sociedades con cosmogonías y cosmovisiones totalmente distintas, irreconciliables, y una minoría aprovecha estas dos distintas Colombias para generar el caos a través de la violencia. Y eso lo termina pagando el gobierno democrático de turno. Hoy Iván Duque y mañana cualquier otro. Desde el acuerdo con las FARC, hay dos Colombias. Una que quiere aplicar el Estado de derecho y otra entiende que hay unos factores objetivos de desobediencia y de violencia como la pobreza, la inequidad, la injusticia social ancestral, las relaciones asimétricas entre el centro y la periferia, entre las ciudades y la ruralidad, etc. El Gobierno democrático es víctima de este cisma nacional que hemos vivido en los últimos siete años.

La fiscalía ha registrado 24 muertes, once de ellas a manos de la Policía, ¿hay un problema de violencia policial?

Se ha desbordado toda violencia. Hay unos desfases de la fuerza pública, de unos agentes irresponsables, de unos agentes que no tienen la suficiente formación y convicción en torno a los derechos humanos. Unos agentes que de alguna manera aprovechan también el caos para sembrar rencillas de odio y de dolor. Eso es innegable. Pero también es innegable que a los policías los ubican en los centros de atención inmediata y los queman vivos. En plena calle de Bogotá, a plena luz del día, se incineran policías por parte de unos vándalos asesinos. Los que promueven y patrocinan este tipo de paros han permitido, por ejemplo, que para conseguir el buen resultado de sus manifestaciones se mueran niños recién nacidos en ambulancias en poblaciones apartadas como la de Tocancipá, en donde por no prestarle los servicios de maternidad a la mamá, se mueren los niños. Hay una violencia ilegítima, auténticamente cruel y despiadada por parte de unos asesinos, de unos terroristas, y de algunos otros vándalos. Eso no puede opacar el hecho de que también se vean lunares más bien singularizados, excepcionales, por parte de algunos agentes de la Fuerza Pública, quienes saliéndose de los cánones del Estado de derecho, es decir del uso legítimo de la fuerza y nunca de la violencia, terminan acudiendo a unas vías violentas que por supuesto están proscritas por las ordenes gubernamentales. La culpa es de todos y por distintas razones. Y todas esas razones terminan convirtiéndose en causas eficientes, directas e inmediatas de la violencia que se está padeciendo hoy en las calles de Colombia

¿Cree que la gestión de la pandemia por parte del Gobierno de Duque también ha influido en el malestar social?

Todas las encuestas han demostrado que si algo ha favorecido al presidente Duque es la gestión de la pandemia. El presidente sale muy bien valorado en materia de vacunación y de respuesta a todas las dificultades, particularmente a las de pobreza extrema. No creo que esta manifestación popular obedezca a la forma en cómo el pueblo ha concebido el manejo de la crisis que se produjo por el covid.

¿Está el presidente Duque contra las cuerdas?

Duque ha sido sustituido al igual que el Congreso por el movimiento popular en las calles colombianas. Se trata de una verdadera, genuina y auténtica sustitución de la fuente del poder político. Ya no está en los órganos democráticos, decimonónicos, orgánicos y republicanos del poder sino que está en las calles. Ya no hay responsabilidad por parte de la sociedad civil porque las calles son amorfas, asexuadas e irresponsables. Ya no hay la posibilidad de generar pesos o contrapesos porque la calle no tiene contrapeso distinto que el que se puede encontrar en la misma base de la pirámide social. Esto es una real y fratricida guerra entre una parte de la sociedad y otra. La actual situación de Iván Duque es fruto de esta división nacional que solo es capitalizable por quienes de manera orgánica, disciplinada y casi espartana han venido generando caos, anarquismo y violencia. Es la institucionalidad, la legitimidad orgánica institucional la gran víctima de todo esto. El liderazgo de todas las autoridades públicas se han visto sustituidos por un poder bastante contemporáneo que es el poder de las calles.