Análisis
“Hamas persigue el estallido de otra Intifada para derrocar a Abas”
David Khalfa, investigador sénior del Center for Peace Communications, asegura a LA RAZÓN que la Administración Biden no se implicará activamente en el conflicto palestino-israelí
El Ejército israelí inició este jueves un intenso bombardeo desde tierra y aire en la franja de Gaza en plena escalada bélica, que no descarta una ofensiva terrestre en el enclave. Mientras tanto, las conversaciones diplomáticas tratan de frenar el conflicto. Este domingo, el Consejo de Seguridad de la ONU celebrará una reunión abierta sobre la situación en Oriente Medio para debatir sobre la situación en Israel y Gaza. Hablamos con el experto David Khalfa, investigador senior del Center for Peace Communications, sobre los orígenes de este nuevo ciclo de violencia en la región.
¿Cuál es la principal causa de los violentos enfrentamientos en Israel?
No hay una respuesta sencilla a su pregunta. La violencia que hemos presenciado en los últimos días es multifactorial. No es el resultado de un movimiento estructurado. Sin duda, Jerusalén y la situación especial del vecindario de Sheikh Jarrah sirvieron de catalizador, pero ésa no fue la causa del estallido de violencia. Estos son el resultado de un doble contexto. En primer lugar, encajan en el callejón sin salida en el que se encuentra el movimiento nacional palestino, dividido y desprovisto de un liderazgo real autoritario. El retraso “sine die” de las elecciones legislativas palestinas que podrían haber visto a Hamas ganarlas llevó al movimiento islamista palestino a apoderarse de la ira de un sector de la juventud para imponer su agenda islamo-nacionalista y marginar aún más al Al Fatah de Abas. El final del Ramadán también jugó un papel importante. Esta festividad religiosa da lugar a enfrentamientos cada año entre los palestinos y la Policía israelí en Jerusalén. Los ánimos se calientan con la propaganda islamista que declara a urbi et orbi que la mezquita de al-Aqsa está “en peligro”. Esta retórica apocalíptica es muy movilizadora, especialmente entre los jóvenes palestinos y árabes israelíes para quienes los lugares sagrados musulmanes son un gran referente de identidad. Finalmente, la violencia dispersa de jóvenes palestinos que atacan a judíos ortodoxos y publican videos de sus cuentas de TikTok, así como simétricamente la violencia de jóvenes nacionalistas religiosos judíos que atacan a árabes palestinos e israelíes han creado una dinámica de confrontación ahora exacerbada por el enfrentamiento militar entre Hamas e Israel.
¿Qué posibilidades hay de una nueva Intifada? Israel no lo quiere, pero parece que Hamas lo está buscando...
En esta etapa, ni Hamas ni Israel quieren una guerra abierta, pero la escalada actual podría llevarlos a ella. Hamas quiere el estallido de una tercera Intifada en Cisjordania y Jerusalén, en particular porque los islamistas palestinos desean derrocar a Mahmud Abas mediante la explosión de violencia generalizada. Si este escenario es posible, me parece poco probable. De hecho, la Autoridad Palestina e Israel cooperan estrechamente en el frente de la seguridad. Los servicios de seguridad israelíes y palestinos arrestan regularmente a activistas de Hamas y de la Yihad Islámica y desmantelan células terroristas. Además, en esta etapa no estamos presenciando un levantamiento general, especialmente en Cisjordania, donde la calma es relativa. Finalmente, la militarización de la segunda Intifada provocó un duro golpe material y político a los palestinos, en particular por el uso de atentados suicidas. Por lo tanto, una nueva Intifada no está en la agenda por el momento.
¿Los palestinos están más aislados que nunca en Oriente Medio después de los acuerdos de Israel con los países árabes del Golfo Pérsico?
De hecho, el panorama geoestratégico se ha visto trastornado por los nuevos Acuerdos de Abraham entre Israel, los países del Golfo, Marruecos y Sudán. Esta nueva situación es en realidad la traducción de un desarrollo a largo plazo que vio a los países árabes suníes acercarse a Israel, que ya no es percibido como un enemigo, sino como un aliado en la feroz competencia entre el mundo árabe suní y el Irán chií. Los repetidos fracasos de los procesos de paz, la persistencia del irredentismo palestino y el “impasse” diplomático han llevado a los países árabes suníes a considerar que estos bloqueos ya no deberían impedirles cooperar abiertamente con el poderío militar, económico y tecnológico regional que es Israel. Este descenso de la filia palestina se ha intensificado bajo la Administración de Trump. Fue el tema de Jerusalén, al que los musulmanes de todo el mundo son sensibles, lo que trajo este tema de vuelta al centro del juego y ahora obliga a los nuevos aliados de Israel a condenar a Israel. Estas condenas “mezzo vocce” son puramente tácticas. Estos países pretenden cuidar su opinión pública y mantener la ficción de defender la causa palestina en todo el mundo árabe.
¿Cómo podría la Administración de Biden cambiar el equilibrio de poder en el conflicto palestino-israelí?
La nueva Administración estadounidense no tiene la intención de involucrarse demasiado en la cuestión israelo-palestina, creyendo que las dos partes no están listas para hacer compromisos históricos. El propio Biden conoce el expediente y conoce los límites del poder estadounidense y los fracasos de las administraciones que han intentado llevar a israelíes y palestinos a la paz total. Biden inició un reequilibrio de la posición estadounidense restableciendo la ayuda financiera a la población civil palestina y recordando el compromiso principal de Estados Unidos con una solución de dos Estados. Y, de hecho, es una política de pequeños pasos tan modesta como prudente la que parece regir el planteamiento actual de la Administración estadounidense. Finalmente, podemos señalar que esta misma Administración se encuentra desde este punto de vista en la continuidad de las dos Administraciones anteriores que iniciaron un proceso de desvinculación de Oriente Medio y giro hacia Asia.
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