UE
Bruselas blinda el espacio Schengen contra las pandemias
El Ejecutivo comunitario anuncia una reforma que se presentará a finales de año para evitar el cierre indiscriminado de frontera
Bruselas no quiere que ninguna crisis vuelva a poner en cuestión uno de los grandes logros del proyecto de integración europea: el espacio sin fronteras Schengen. La llegada masiva de refugiados de 2015 y el estallido de la pandemia de coronavirus el año pasado hicieron que los Estados europeos abogasen por el cierre indiscriminado de fronteras en un efecto dominó del sálvese quién pueda que Bruselas no quiere que se repita.
La experiencia reciente ha enseñado que la imposición de cierres fronterizos es mucho más fácil y rápida que la paulatina vuelta a la normalidad y que, en momentos de caos, el repliegue nacional suele ser la tendencia predominante. En los primeros compases de la pandemia, hasta 19 países apostaron por el cerrojazo, lo que puso en peligro el suministro de productos de primera necesidad, incluido el material sanitario, y obligó a la puesta en marcha de corredores verdes para asegurar el acceso de los transportistas. Aunque ahora la situación es mucho mejor, actualmente siete países mantienen los controles fronterizos internos.
«Hemos visto que existe la tentación de cerrar de manera casi automática, a menudo sin coordinación, y ésa no es una buena fórmula», explicó ayer el vicepresidente responsable de inmigración, Margaritis Schinas. Aunque la Comisión Europea como guardiana de los tratados tiene la potestad de sancionar a los países que no apliquen de manera proporcional estos cierres, no lo ha hecho por el momento.
Bruselas prefiere convencer a vencer. Por eso, el Ejecutivo comunitario anunció ayer una reforma que se presentará a finales de año para evitar el cierre indiscriminado de fronteras. Es un tema de alta sensibilidad política y al que resulta difícil ponerle el cascabel al gato. Tras la crisis de refugiados y los atentados yihadistas, la antigua Comisión presidida por Jean Claude Juncker propuso una reforma en 2018 que cayó en saco roto debido a la oposición de los países europeos.
Además de esta estrategia a medio plazo, Bruselas propone mejorar el funcionamiento del espacio sin fronteras Schengen mediante una batería de medidas como agilizar el mecanismo de supervisión para vigilar que los países europeos cumplen las normas. La Comisión Europea quiere simplificar los procesos que ahora mismo son específicamente burocráticos. Por eso, el Ejecutivo comunitario quiere impulsar visitas sorpresa a los países europeos, sin los actuales avisos 24 horas antes.
Además, Bruselas quiere que este sistema de examen auspicie el diálogo político entre los Estado para paliar de manera coordinada posibles fallos. Para ello, el objetivo reside en que este trabajo se plasme en un informe anual sobre la situación de Schengen que sea debatido tanto por el Parlamento Europeo como por las cancillerías.
Como modo de fortalecer las fronteras exteriores europeas y que los Estados miembros mantengan abiertas las interiores, la Comisión apuesta por el despliegue continuo de Frontex, la guardia costera europea, hacer que los sistemas de gestión de la migración sean interoperables en 2023 y la digitalización de las solicitudes de visado y documentos de viaje. Además, Bruselas confía en poder llegar a un acuerdo para la reforma del sistema de asilo europeo, a pesar de que en los últimos meses las discrepancias entre las capitales hayan sido la nota dominante. Se espera que este tema sea uno de los debates protagonistas de la próxima cumbre de los jefes de Estado y de Gobierno de los Veintisiete en el mes de junio.
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