Análisis

Los últimos “progresos” de Zelenski en Ucrania

Crece la preocupación por el control cada vez más estricto del líder ucraniano, convertido de la noche a la mañana en una especie de dictador

El presidente Vladimir Zelenski se ha convertido de la noche a la mañana en una especie de dictador
El presidente Vladimir Zelenski se ha convertido de la noche a la mañana en una especie de dictadorDPA vía Europa PressDPA vía Europa Press

Las últimas semanas han sido muy dramáticas en Ucrania, donde el presidente Vladimir Zelenski se ha convertido de la noche a la mañana en una especie de dictador. Primero llegó la polémica noticia sobre el intento de asesinato de Serguéi Shefir, principal ayudante del mandatario ucraniano (tal y como dieron a conocer los “papeles de Pandora”). Posteriormente Zelenski ordenó destituir al presidente del Parlamento, Dmitro Razumkov, sustituido inmediatamente por su adjunto Ruslan Stefanchuk, cuyo lugar fue ocupado por Anton Polyakov, que pertenecía al partido “Por el Futuro” tras desertar del partido gobernante “Servidor del Pueblo” por realizar comentarios contra Zelenski y que murió inesperadamente por una sobredosis de drogas al parecer.

Diría que hay muchos expertos que ya han mostrado su preocupación por el control cada vez más estricto de Zelenski en Ucrania. Según uno de los oligarcas más abiertos del país, Igor Kolomoiski, un ex actor cuyo programa de televisión de comedia fue emitido durante varios años, el actual presidente prometió permanecer en el cargo solo para un mandato, pero ahora parece que está cambiando claramente las reglas del juego. Ya dejó de lado a algunos de sus rivales políticos mediante la imposición de “sanciones” a varios de ellos y a ciertos medios de comunicación. También impulsó en el Parlamento un proyecto de ley “antioligarca” contradictorio dirigido contra su predecesor, el ex presidente Petro Poroshenko, a quien Zelenski odia a nivel personal. Y ahora, tras despedir al presidente de la Rada Suprema (Parlamento), intenta convertir a Ucrania de una república parlamentaria-presidencial en una presidencial a secas.

La votación en el Parlamento ucraniano resulta algo realmente intrigante porque se cree que Zelenski, acusado recientemente de estar implicado en las transferencias de 40 millones de dólares realizadas en 2012 desde estructuras vinculadas a Kolomoiski, está tratando de convocar elecciones presidenciales anticipadas para mantener sus poderes (las encuestas muestran que más más de la mitad de los ucranianos no tiene intención de votarle en 2024). Esta opción no ha sido admitida públicamente por la Constitución ucraniana, y si el presidente renuncia a una futura reelección, el presidente de la Rada Suprema se convertiría en el nuevo jefe de Estado interino, por lo que esta puede ser la razón para derrocar al no tan leal Razumkov y reemplazarlo por otro colega de Zelenski de los tiempos de cuando era un estudiante universitario.

Sin embargo, todo esto no supondría ningún problema para la UE si Zelenski no incorporase a su equipo cada vez más personas que trabajaron anteriormente para Viktor Yanukovich, el corrupto expresidente ucraniano que fue expulsado por la Revolución de la Dignidad. La mayoría de estas personas trabajaban en aquella época para los servicios de seguridad y el Ministerio de Exteriores, y poseen vínculos estrechos con el Kremlin, por lo que puede parecer que para asegurar sus propios poderes, Zelenski se alejará de Europa y establecerá vínculos informales con Moscú.

Las últimas votaciones en el Parlamento ucraniano confirmaron que su partido ‘Servidor del Pueblo’ se encuentra cada vez más dividido; necesitaban votos de otras facciones a pesar de que el partido presidencial goza de una cómoda mayoría, por lo que Zelenski acelera en la creación de su propia “vertical del poder”, que puede llegar a ser más fuerte que la que poseía cualquiera de los ex presidentes ucranianos. Si esto sucede, el colapso del experimento democrático puede convertirse en un duro y doloroso golpe para Occidente, que ve a Ucrania como una “historia de éxito” en el espacio postsoviético donde las instituciones liberales aún no pueden echar raíces.