Opinión
El factor Alex Saab
Será difícil borrar su imagen vestido de naranja, rostro turbado y manos esposadas dentro de una prisión norteamericana
Será difícil borrar la imagen de Alex Saab vestido de naranja, rostro turbado y manos esposadas dentro de una prisión norteamericana. Esas imágenes se contrastan con el sufrimiento de millones de venezolanos que, por años, han sufrido la desgracia de carecer de lo más indispensable, el alimento. Un país ultrajado por el chavismo durante 20 años, hoy es testigo de cómo uno de sus colaboradores debe responder ante la justicia.
La preocupación de Nicolás Maduro y del régimen no es menor. Tanto, que la torpeza de levantarse de la mesa de negociación hace evidente que lo que pueda «cantar» Saab en los Estados Unidos implicaría graves consecuencias para el prontuario de los máximos responsables del gobierno venezolano. Saab conoce lo suficiente para complicar aún más el registro criminal de quienes ostentan el poder hoy en Venezuela.
Sin embargo, y esto es importante de cara a las expectativas, será difícil que la prisión del testaferro de Maduro genere, por sí solo, el cambio político que anhela la inmensa mayoría de los venezolanos. Su testificación ayudará probablemente a ejercer mayor presión, pero con toda probabilidad, no será un punto de quiebre; entre otras cosas porque ese ingrediente faltante lo debe poner la movilización popular a lo interno del país, no tanto la situación penal de un empresario que participa en el entramado de corrupción del régimen.
Para el liderazgo opositor a Maduro, lo de Saab debe ser una confirmación de lo que ya se sabía, nada más eso. Ante el desencanto de los venezolanos por algunos líderes opositores, resulta mandatorio recuperar la legitimidad a través del llamado a la protesta. En este sentido, las elecciones del 21 de noviembre presentan una nueva oportunidad para tal propósito.
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