Alta tensión

Polonia busca construir un muro en la frontera con Bielorrusia

El Senado polaco empezó a debatir sobre su construcción mientras la tensión en la frontera sigue escalando con el paso de los días

Muro Polonia-Bielorrusia
Muro Polonia-BielorrusiaTania Nieto

En una sesión que durará tres días, el Senado de Polonia empezó ayer a debatir sobre la construcción de un muro en la frontera con Bielorrusia. La cámara baja del parlamento polaco (Sjem) aprobó el 14 de octubre la edificación de un muro que tendrá entre 150 y 180 kilómetros de longitud y costará alrededor de 1,9 y 2,3 millones de euros. La propuesta está en el Senado, donde la oposición tiene mayoría. En caso de ser rechazada la ley volverá al Sjem, en manos del partido de Jaroslaw Kaczynski, Ley y Justicia (PiS), donde previsiblemente será admitida; después volverá al Senado para su aprobación, aquí el PiS volverá a tener la llave con una mayoría simple.

El gobierno busca blindar su frontera oriental y sustituir la actual valla de púas por un muro debido al aumento del flujo de personas que buscan cruzar hacia territorio europeo. La tensión en la frontera sigue escalando con el paso de los días, Varsovia ha denunciado desde verano provocaciones por parte de las fuerzas de seguridad bielorrusas.Polonia declaró el estado de emergencia en el este del país el pasado 7 de septiembre y mantiene movilizados a cerca de 6.000 efectivos en la zona.

Desde este verano, Lituania, Letonia y Polonia vieron aumentar el número de migrantes que intentan cruzar desde Bielorrusia y que provienen de Irak, Afganistán y otros países de Oriente Medio y Asia. Los gobiernos de los tres países afectados y la Unión Europea acusan directamente al presidente bielorruso, Aleksandr Lukashenko, de promover este tipo de inmigración ilegal para desestabilizar Europa y de estar detrás de un entramado que traslada a migrantes desde el aeropuerto de Minsk, hasta las fronteras europeas. Cerca de 4,000 personas, según el ministerio de interior polaco, se encuentran estancadas en tierra de nadie con temperaturas que ya rozan números negativos.

Los migrantes empezaron a llegar desde julio a Minsk, la capital bielorrusa, en vuelos directos desde Irak, -este tipo de vuelos están interrumpidos desde la mediación de Josep Borrell con Bagdad- . A partir de aquí se trasladaron en autobuses hasta la frontera con Polonia con el objetivo de entrar en espacio comunitario. A su llegada, a pocos metros de la frontera con Polonia, los guardias los hacen retroceder y no permiten su acceso, al volver por el mismo camino, son los soldados bielorrusos los que no permiten su acceso. En un bosque frondoso los migrantes acampan y se mueven entre dos líneas de soldados: al este, los soldados bielorrusos; en el lado occidental, los polacos. Allí soportan la lluvia y temperaturas que por la noche caen hasta los cinco grados.

Organizaciones no gubernamentales publican constantemente grabaciones y fotografías con testimonios de las personas que se encuentran varadas en tierra de nadie. Dicen estar cansados y piden ayuda después de meses de incertidumbre. Desde que se declaró el estado de emergencia no se ha permitido el acceso a periodistas o las ONG, que muchas veces trabajan de manera clandestina para llevarles abrigo y comida. Según cifras oficiales cinco personas han muerto, la última en un hospital de la zona debido a un ataque cardiaco. Los cuatro restantes, tres hombres y una mujer, fueron encontrados sin vida cerca de la frontera, tres en territorio polaco y una en el bielorruso.

El presidente Andrzej Duda firmó esta semana la nueva ley de extranjería, en ella se contempla la expulsión inmediata de Polonia de las personas que son capturadas en el país y no puedan probar que han entrado en el territorio legalmente. Según Amnistía Internacional, esta ley restringe el derecho de asilo y es una violación de las disposiciones de la Convención de Ginebra, la Unión Europea y la Carta de los Derechos Fundamentales.

Mientras tanto, el gobierno polaco se esfuerza en dar una imagen sesgada de lo que ocurre en la frontera. Con un veto a los periodistas sobre el terreno, la información que viene del ejecutivo acapara los informativos de la televisión pública, la única con la capacidad de llegar a todo el país.

En una conferencia de prensa sin precedentes, el ministro del Interior polaco, Mariusz Kamiński, presentó una serie de pruebas que, según dijo, demuestran los vínculos de algunas personas que buscan entrar al país con grupos terroristas, bandas organizadas, con Rusia, la zoofilia y la pedofilia. Las pruebas, a través de un proyector, mostraron imágenes de decapitaciones, hombres armados, de una persona frente al Kremlin, mapas del metro de Moscú y la de un hombre copulando con un animal. El tono del ministro traspasó los límites del ejecutivo, hasta ahora los funcionarios del gobierno nunca habían mostrado este tipo de material al público. El problema, más allá de la obscenidad de la fotografía, es la intención de su publicación. Hace dos años el partido en el gobierno, Ley y Justicia (Pis), ganó las elecciones con un discurso antiinmigración. Junto a Hungría y Austria, Polonia sigue liderando en la UE el ala dura para limitar la llegada de refugiados a territorio europeo. En 2017 la Comisión llevó a Polonia al Tribunal de Justicia de la Unión Europea por no cumplir con la política de acogida de asilo. Hasta ahora, no ha sido posible verificar la información del ministro y su equipo no ha facilitado los detalles de la investigación. Dos días después de su intervención periodistas del periódico OKO.press pudieron encontrar la misma imagen que presentó el ministro y que apuntaba la supuesta zoofilia de uno de los inmigrantes en un video publicado en internet hace tres años. La ONG Ocalenie, una de las pocas que se maneja sobre el terreno, tachó la rueda de prensa de “propaganda contra los refugiados”.

La comisaria europea de Asuntos Internos, Ylva Johansson, pidió el lunes “transparencia” y expresó su preocupación después de la defunción de los cinco migrantes. El gobierno polaco ha rechazado las peticiones de Bruselas de invitar a la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas (Frontex) y a personal de enlace a la frontera. Fabrice Leggeri, actual director de Frontex, visitó la frontera acompañado de autoridades polacas. El funcionario elogió el trabajo del gobierno, aunque su equipo no está autorizado para inspeccionar sobre el terreno.