Nicaragua

Rosario Murillo, la temida sacerdotisa de Ortega

Su esposa controla con puño de hierro el gobierno y las juventudes sandinistas ante los problemas de salud de Ortega

Fotografía de archivo fechada el 7 de noviembre de 2016 que muestra a la vicepresidenta nicaragüense, Rosario Murillo, durante un acto en Managua (Nicaragua)
Fotografía de archivo fechada el 7 de noviembre de 2016 que muestra a la vicepresidenta nicaragüense, Rosario Murillo, durante un acto en Managua (Nicaragua)Jorge TorresEFE

“En Nicaragua no se mueve una hoja sin el visto bueno de Rosario Murillo. Todas las instituciones del Estado tienen portavoz, pero ninguno está autorizado a dar una declaración. Desde los primeros años cuando volvieron al poder en 2007, mandan despedir al vocero que anuncia una medida por haber hablado sin autorización. Aunque sea irrelevante como que se van a instalar medidores de agua en una calle”. El periodista nicaragüense Fernando Espinoza, nombre ficticio por su seguridad ante la represión del régimen Ortega-Murillo, es de Managua, lleva 20 años trabajando allí y explica el inmenso poder acumulado en Nicaragua por la vicepresidenta y esposa del presidente Daniel Ortega, Rosario Murillo. Espinoza, uno de los pocos de corresponsales extranjeros en Nicaragua, habla con LA RAZÓN en vísperas de las elecciones presidenciales este domingo denunciadas como una “farsa electoral” por toda la oposición. Espinoza explica que, ante los problemas cardíacos y los rumores de demencia del exguerrillero sandinista de 75 años, Murillo gobierna el día a día de Nicaragua con puño de hierro: “Nos llegaron correos que le escriben los funcionarios. Se dirigen a ella como a una reina. ‘Hasta la victoria siempre compañera Rosario’. Es la gente que piensa que así va a quedar bien con el mandamás. Había cosas tan tontas como: ‘Compañera Rosario Murillo le mandamos los colores de las luces que vamos a instalar en tal avenida’. Un funcionario de luces le solicitaba el visto bueno. Empezamos a leer correo tras correo. Nada se ejecuta sin el visto bueno de ella. Ella concentra el poder. Todos los días a la una de la tarde lee durante 40 minutos, en las televisiones controladas por sus hijos, todos los reportes del Estado”.

Rosario Murillo, famosa por sus poemas y sus ritos esotéricos, ha ido cobrando en cuotas de poder el rescate mediático que hace más de dos décadas libró a Ortega de desaparecer de la política nicaragüense. Su hija e hijastra de Ortega, Zoilamérica Narváez, denunció públicamente y ante la Justicia al presidente nicaragüense en 1998 por haber sido “abusada sexualmente durante 12 años y después acosada 8 años más”. Murillo tachó a su hija de “mentirosa, loca y desagradecida”. Zoilamérica tuvo que exiliarse y vive en Costa Rica. “Es el momento clave de Murillo. Desde entonces, Ortega le debe todo”, apunta Espinoza desde Managua. Nicaragua afronta este domingo las elecciones presidenciales en las que Ortega busca su cuarto mandato consecutivo marcadas por la detención de cinco candidatos, la huida al exilio de dos aspirantes presidenciales, la persecución de los actos de la oposición, el acoso a la prensa libre, la ilegalización de 150 ONG y la muerte de 328 personas por “la opresión” desde las masivas protestas contra Ortega en 2018.

El paranoico nivel de control de Murillo se debe al recelo que existe entre ella y los pesos pesados del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Murillo controla las calles y las redes de Nicaragua. Su poder se sustenta en la represión de la Policía y su control sobre las juventudes sandinistas, que Espinoza señala como “responsables de la fábrica de perfiles falsos en internet”. “Son gente sin formación que no sabe que Ortega y Murillo son iguales a Somoza. Les da 200 dólares de salario que para jóvenes de 20 años es un buen salario. Le llaman juventud sandinista profesional. La idolatran. Los tiene ciegos. Este es su principal respaldo. No tiene otra base dentro de FSLN”. Facebook ha anunciado este lunes que el mes pasado eliminó 1.000 cuentas de trolls dirigida por el gobierno nicaragüense y el FSLN.

“Casi coscorronea a Ortega en televisión cuando suelta burradas”

Espinoza destaca su egolatría y sus ansias de poder de joven que escondía a guerrilleros sandinistas en su casa durante la dictadura de Somoza: “En las transmisiones uno ve como ella se impone a él. Casi que lo coscorronea delante de las cámaras cuando se le cruzan los cables y suelta burradas. De pronto aparece y está senil. Otro día aparece con su viejo discurso antiimperialista. Parece que son los vaivenes de la salud de Ortega”. Una rueda de prensa de la oposición exiliada en Costa Rica pedía desde San José este jueves no acudir a votar: “Este 7 de noviembre pedimos vaciar las calles con el mismo valor y determinación con el que las llenamos en 2018. Reiteramos nuestro repudio a la farsa electoral, proceso evidentemente ilegítimo y nulo que le niega el derecho al pueblo nicaragüense el derecho a elegir a sus próximos gobernantes. La dictadura Ortega-Murillo pretende consumar su perpetuación en el poder. Hacemos un llamado a retomar las aspiraciones históricas de libertad y democracia. Quedándonos en casa y no votando en señal de repudio a la dictadura. Por la libertad de nuestros presos políticos y el retorno seguro de todos los exiliados, hacemos un llamado para que nos quedemos en casa en reflexión y en oración”. Estas organizaciones cifran en 4.000 los nicaragüenses exiliados en Costa Rica. La oposición admite que no ha podido contabilizar cuántos nicaragüenses están fuera por razones políticas “porque en los últimos meses los ataques se han intensificado y muchos se han marchado recientemente”. El 68% ha reconocido que votaría a cualquiera de los siete candidatos encarcelados o en el exilio, apunta CID Gallup. “Vamos con todo”, fue su orden antes las marchas de 2018. Los opositores tienen claro que el exlíder de la Revolución Sandinista que triunfó en 1979, tras la dinastía militar de Anastasio Somoza que gobernó el país con puño de hierro entre 1937 y 1979, será reelegido por tercera vez desde su regreso al poder en 2007.

La bandera de Nicaragua es perseguida

La bandera de Nicaragua se ha convertido en uno de los símbolos más perseguidos por el orteguismo. Los sandinistas consideran “traidor” a que quién muestra la enseña nacional sin ir acompañada de la banderola del FSLN. Espinoza lo vivió en sus propias carnes: “Puse la bandera de Nicaragua en mi coche. Un policía me multó espetándome: ‘Usted sabe lo que ha hecho’. Yo no lo sabía. Horas después, mi padre se llevó el coche y le pasó lo mismo. Ya entendí por qué nos sancionaban. Sin la bandera de FSLN, el régimen entiende la bandera como un símbolo de estar en contra del gobierno”.

Nicaragua, último ejemplo de los autoritarismos en América Latina

Nicaragua es el último ejemplo del ascenso de los autoritarismos en América Latina: “Todo empezó con los miles de millones del petróleo que le regaló Chávez y con los que Ortega compró el país. Las televisiones, bancos, terrenos… Nicaragua siguió los dos peores ejemplos de la región: Cuba y Venezuela”. Espinoza señala que Murillo ha imitado las costumbres de las peores dictaduras del mundo: “Día a día, las televisiones controladas por sus hijos repiten: ‘Aquí me estoy poniendo la vacuna gracias a Daniel y a la compañera Rosario’. Es un discurso robótico. Lo bajan a todas las bases para que lo repitan y le agradezcan a ella. Voy al mercado a la 1 de la tarde y se escucha en directo a Murillo por los pasillos. Es como estar en Corea del Norte. He leído mucho sobre lo que pasa allí. Es similar”. La represión del régimen sandinista refleja la intransigencia de Murillo ante la oposición: “Jóvenes sandinistas cuentan cómo estaba eufórica celebrando que los estudiantes de las protestas de 2018 habían sido expulsados de las universidades. Gritaba que eran ‘traidores que no se merecían estudiar’”.