Opinión

Hegemonía Occidental

La “periferia” del mundo puede quedar inmovilizada mientras Occidente recupera su dinámica

De marzo de 2020 a diciembre de 2021 la deuda pública de EE.UU. aumentó en 5,2 miles de millones de dólares
De marzo de 2020 a diciembre de 2021 la deuda pública de EE.UU. aumentó en 5,2 miles de millones de dólaresEvan VucciAP

Mañana es el último día de 2021, el primer año de la década de los veinte. Precedido por un dramático 2020, el año actual, en mi opinión, puede poner en marcha una década de prosperidad sin precedentes y marcar un renacimiento de la dominación geopolítica occidental que se ha pronunciado agotada tantas veces antes.

El período abierto por la crisis financiera de 2008, creó muchos instrumentos nuevos para asegurar el éxito occidental en las finanzas y la tecnología. Primero la flexibilización cuantitativa, y más tarde el aumento masivo de la deuda pública bajo tipos de interés cero o negativos, produjeron el crecimiento de la riqueza nacional que superó en gran medida el aumento de los pasivos de los gobiernos (de marzo de 2020 a diciembre de 2021 la deuda pública de EE.UU. aumentó en 5,2 miles de millones de dólares, pero el mercado de valores por sí solo añadió 13,6 miles de millones de dólares, por no hablar de los bienes raíces y otros activos).

La inflación parece estar llegando a su punto máximo, provocada por el rápido crecimiento de los precios de las materias primas, que comenzó a revertirse en el cuarto trimestre de 2021. El sector de la alta tecnología está superando con creces a las industrias tradicionales: mientras que en marzo de 2008 Gazprom estaba valorada por encima de Microsoft, ahora su capitalización de mercado es sólo el 4,3% de la empresa de Bill Gates. A principios de 2022, todas las diez principales empresas públicas por capitalización bursátil podrían ser estadounidenses, y en 2023 o 2024 México puede destronar a China del puesto de mayor exportador de bienes a Estados Unidos.

Occidente domina ahora no sólo en las finanzas y en la tecnología, sino que ha puesto en marcha una agenda de descarbonización completamente nueva que podría utilizarse como una palanca perfecta para gestionar la economía mundial e imponer nuevas reglas sobre los antiguos parámetros geoeconómicos. Esta transición provocará una fuga de capitales de la “periferia” al “centro” que podría compararse con las que se produjeron durante los años de Reagan y Clinton, si no son mayores. Los otros anteriores “mercados emergentes” se pondrán a la defensiva tratando de contrarrestar sus problemas y no centrándose en la expansión. En la actualidad, el índice bursátil más amplio de Estados Unidos, el S&P500, es 2,25 veces superior a su máximo de 2007, mientras que el Shanghai Composite se mantiene en el 46% de su valor de 2007; la proporción de reservas de oro y divisas en los activos de la Reserva Federal es ahora de sólo el 3,4%, mientras que en los activos del Banco de Rusia supera el 80%. La “periferia” del mundo puede quedar inmovilizada mientras Occidente recupera su dinámica.

A mediados de los años ochenta, el futuro de Occidente parecía poco halagüeño con la poderosa Unión Soviética, el crecimiento de Japón, los altos precios de la energía y la inquietante inflación. Diez años después, ninguno de estos problemas existía. Así pues, yo diría que deberíamos estar preparados para otra “década de los 20″ similar al boom de hace cien años, y confío en que no acabe con otra Gran Depresión...