Internacional
El tiroteo en una radio de Guinea Bissau solo se añade a la escalada de violencia en África
La inestabilidad política en el continente fue el tema principal a tratar la semana pasada en la cumbre de la Unión Africana
Quizá no les gustó el programa de la mañana o puede estar relacionado con el intento de golpe de Estado de la semana pasada. Una de dos. O puede estar ligado con el narcotráfico, que supuestamente está ligado a su vez al golpe de Estado. Quién sabe. Es que, cuando ocurre un tiroteo en Bissau, nunca se sabe muy bien por qué ha sido. Solo se sabe con certeza que ha ocurrido. Lo digo porque en la madrugada del lunes, un grupo de hombres armados entraron en una conocida cadena de radio de la capital de Guinea Bissau (Rádio Capital, conocida por sus críticas al gobierno y al narcotráfico) para sabotear los equipos de comunicaciones y disparar un par de ráfagas de aviso. Se han registrado dos heridos tras el asalto. Pero nadie sabe quién ha sido.
Un Jefe de Gobierno opaco
El actual presidente de la minúscula república situada en África occidental, Umaro Sissoco Embaló, no es agua para todos los gustos. Tras obtener la presidencia después de unas elecciones plagadas de rumores acerca de la manipulación de los resultados, su popularidad no ha crecido demasiado en Guinea Bissau. Tampoco ayudó que el coronavirus apareciese por allí poco después de estabilizar su poder, que también es mala suerte para el presidente Embaló. Hace una semana se dio un intento de golpe de Estado mientras el Presidente se reunía con el Consejo de Ministros, dejando tras de sí un saldo de once personas aunque nunca se especificó de qué bando. Tampoco se sabe cuántos fueron los agresores, tan solo que el tiroteo duró más de cinco horas. El Gobierno culpó en un primer momento a grupos relacionados con el narcotráfico, pero días después señaló a “rebeldes” y “grupos del ejército” contarios a él, hasta que finalmente se decidió por achacar el ataque al Movimiento de Fuerzas Democráticas de Casamanza (MFDC), un grupo secesionista del sur de Senegal que, tras varios años dormitando en un estado de no paz-no guerra, ha recrudecido durante las últimas semanas los ataques contra militares senegaleses.
¿Es porque el presidente Embaló ha molestado a quien no debía en el MFDC, al dificultar el paso de la cocaína que aterriza en las centenares de islas de Guinea Bissau y que luego sube por Senegal para unirse a las rutas del hachís? ¿Es porque el presidente Embaló se ha vuelto demasiado codicioso con sus amistades peligrosas? Hay incertidumbre en Bissau. La falta de transparencia del Ejecutivo (que solo hace dos semanas sufrió una nueva y polémica reestructuración) y las excentricidades del presidente Embaló (que cambió los festejos del Día de la Independencia en septiembre del año pasado, todo porque tenía un viaje programado al extranjero) no facilitan las cosas. El historial de presidentes de Guinea Bissau y sus amistades con el narcotráfico tampoco mejoran la situación. Nadie sabe si el presidente Embaló realmente es un enemigo de los narcos o un amigo que se ha vuelto incómodo.
El enemigo invisible
Este último ataque en la capital solo se suma al incremento de golpes de Estado y actos violentos en diferentes naciones africanas, que ya empiezan a padecer los durísimos efectos económicos del coronavirus. No lo verás en los periódicos pero en este artículo te he dejado un ejemplo.
Según informa Europa Press, la Liga Guineana de Derechos humanos ha calificado el asalto de hoy como “un ataque a la libertad de prensa” orquestado por quienes “quieren instalar el caos” en Guinea Bissau. Pero estas calificaciones se desploman inmediatamente al suelo, caen al vacío, desde que nadie sabe muy bien a quienes van dirigidas con exactitud. ¿Quién quiere instalar el caos, dices, quién ha atacado a la prensa? Y sigue la vida en Guinea Bissau, cada vez más complicada, como en Burkina Faso y en Malí y en Sudán y en Guinea Conakri, países donde han ocurrido golpes de estados en los últimos seis meses, cada día hace más calor en África mientras Europa pierde de vista todo esto con los ojitos fijos en el terremoto del Este.
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