Guerra Fría
Así fue la vertiginosa carrera al centro de la Tierra entre la URSS y Estados Unidos
Si bien mucha gente conoce la carrera espacial que se llevó a cabo entre Estados Unidos y la URSS durante la Guerra Fría, pocos recuerdan la batalla igualmente fascinante por conquistar la frontera subterránea de nuestro planeta
Aunque parezca mentira, nuestro conocimiento del espacio es ahora mayor que nuestra comprensión de lo que existe bajo la superficie de la Tierra. Y si bien mucha gente conoce la carrera espacial que se llevó a cabo entre Estados Unidos y la URSS durante la Guerra Fría, que tuvo como punto álgido la llegada del hombre a la Luna el 20 de julio de 1969, pocos recuerdan la batalla igualmente fascinante por conquistar la frontera subterránea de nuestro planeta.
Si la Tierra es como una cebolla, entonces la corteza terrestre es como la fina piel del planeta, tiene solo 35 kilómetros de espesor. Más allá de esto, está el manto, de algo menos de 3.000 km de profundidad que constituye un asombroso 84% del volumen de nuestro planeta, y más allá, justo en el centro de la Tierra, está el núcleo. Al igual que la carrera espacial, la carrera para explorar esta frontera desconocida fue una demostración de la destreza de la ingeniería y la tecnología punta de estas dos superpotencias. Los científicos querían ir a donde ningún humano había ido antes y así demostrar su superioridad. Por otro lado, las muestras de roca que estos pozos súper profundos podrían proporcionar eran tan importantes para la ciencia como cualquier cosa que la NASA trajera de la Luna. La única diferencia fue que esta vez los estadounidenses no ganaron la carrera. De hecho, nadie lo hizo.
La carrera
A partir de finales de la década de 1950, equipos de científicos estadounidenses y soviéticos que competían entre sí comenzaron a organizar elaborados experimentos destinados a penetrar en la corteza terrestre. Aunque fue Estados Unidos quien dio el pistoletazo de salida para explorar esta frontera subterránea.
A finales de la década de 1950, la conocida como “American Miscellaneous Society” ideó el primer plan para profundizar en el manto de la corteza terrestre. La sociedad era un grupo formado por las principales figuras de la comunidad científica estadounidense. Su grieta en la perforación a través de la corteza hasta el manto recibió el nombre de “Proyecto Mohole”, llamado así por la discontinuidad de Mohorovičić, el límite entre la corteza y el manto. Y, en lugar de perforar un hoyo muy profundo, la expedición estadounidense decidió tomar un atajo a través del fondo del Océano Pacífico frente a Guadalupe, México. La ventaja de perforar el fondo del océano es que la corteza terrestre es más delgada allí, aunque la desventaja es que las áreas más delgadas de la corteza suelen encontrarse donde el océano es más profundo. En 1958, el equipo de ingenieros ya había perforado el lecho del Océano Pacífico hasta una profundidad de más de 180 metros.
Al igual que con la misión a la Luna, el problema fue que las tecnologías necesarias para el éxito de estas expediciones tuvieron que inventarse desde cero. Cuando el “Proyecto Mohole” comenzó a perforar en el lecho marino, la perforación de petróleo y gas en aguas profundas aún estaban lejos de ser lo que es hoy en día. Nadie había inventado aún tecnologías tan esenciales como el posicionamiento dinámico, que permite que un barco de perforación permanezca en su posición sobre el pozo marino. En cambio, los ingenieros tuvieron que improvisar, instalaron un sistema de hélices a lo largo de los costados de su barco de perforación para mantenerlo estable sobre el agujero. Sin embargo, dos años antes de que Neil Armstrong caminara sobre la Luna, el Congreso de los Estados Unidos canceló la financiación del “Proyecto Mohole” cuando los costes comenzaron a descontrolarse debido a las altas temperaturas que su maquinaria encontró en las profundidades del subsuelo. Poniendo punto y final a los sueños de los científicos de perforar más y romper el récord del agujero más profundo.
Por su parte, los científicos soviéticos comenzaron a perforar en el Círculo Polar Ártico, el 24 de mayo de 1970, bajo el distrito de Pechengsky, una región poco poblada de la península rusa de Kola. Con la intención de penetrar lo máximo posible en la corteza del planeta. Pretendían alcanzar una profundidad de unos 15 kilómetros, lo cual era considerado como una verdadera locura por los americanos. Y, utilizando un equipo especializado, los soviéticos comenzaron a excavar una serie de pozos que se bifurcaban a partir de una única cavidad principal. Pero mientras descendían poco a poco, los Estados Unidos habían hecho sus propios progresos.
En 1974, la empresa estadounidense “Lone Star Producing Company” se encontraba realizando diversas perforaciones en busca de petróleo en el condado de Washita, al oeste de Oklahoma, cuando creó el “Pozo Bertha Rogers”, una maravilla hecha por el hombre que llegó a más de 9,5 kilómetros, bajo la superficie terrestre. Fue el agujero más profundo del planeta durante cinco años.
El 6 de junio de 1979, una de las perforaciones soviéticas de Kola, bautizada como “SG-3″, pulverizó el récord. Y en 1983, el agujero, de poco más de 20 centímetros de ancho, había recorrido la asombrosa cifra de 11,89 km dentro de la corteza terrestre.
Una vez alcanzado este hito, los investigadores de la península de Kola interrumpieron los trabajos en el pozo para que los turistas pudieran visitar aquel fascinante lugar. Sin embargo, cuando se reinició el experimento un año más tarde, un problema técnico obligó a detener la perforación. A medida que la perforación se acercaba más y más al centro de la Tierra, se produjo un cambio completamente inesperado.
Durante los primeros 3.000 metros, las temperaturas en el interior del pozo se ajustaban más o menos a lo que los investigadores esperaban encontrar. Sin embargo, a partir de esa profundidad, el nivel de calor se disparó mucho más rápido. Y cuando la perforación empezó a acercarse a su objetivo, el pozo se había calentado hasta alcanzar los 180 °C, 80 °C más de lo previsto. Así que, sabiendo que su equipo no duraría en esas condiciones, el equipo de Kola abandonó el proyecto. Para entonces, era 1992, y habían pasado 22 años desde que se inició la perforación.
El pozo más profundo de la Tierra
Hoy en día, en medio de la belleza natural de la península de Kola, se encuentran las ruinas de esta estación de investigación científica soviética abandonada con una pesada tapa de metaloxidado incrustada en el piso, asegurada por un anillo de pernos de metal gruesos e igualmente oxidados. Según algunos, esta es la entrada al infierno. Su nombre, el “Pozo Superprofundo de Kola”, el agujero más profundo hecho por el hombre en la Tierra. El pozo, de 12,2 kilómetros, es tan profundo que los lugareños juran que se pueden escuchar los gritos de las almas torturadas en el infierno. “Fue en la época del Telón de Acero cuando se inició la perforación”, dice Uli Harms del Programa Internacional de Perforación Científica Continental, quien de joven trabajó en el rival alemán del pozo de Kola. “Y ciertamente había competencia entre nosotros”. Los soviéticos tardaron casi 20 años en perforar hasta ese punto, pero la URSS todavía estaba a solo un tercio del camino a través de la corteza hasta el manto de la Tierra cuando el proyecto se detuvo en el caos de la Rusia postsoviética.
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